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La Bitácora del Dr. Ucha

Comentarios sobre la preparación psicológica y el pre arranque

Comentarios sobre la  preparación psicológica y el pre arranque

Comentarios    sobre     la    preparación     psicológica     y     el     pre arranque 3

Por: Carlos M. Martinò Sànchez

Psicólogo del Deporte

Doctor  en  ciencias Psicológicas.

CEPROMEDE  CAMAGUEY.

Email: martino@trocha.cav.sld.cu

III.  El apogeo de nuestro debate cientìfico.

Llegado este momento, considero que es oportuno tal y como lo indica el título de este pequeño  comentario,  comenzar  a reflexionar  con cabeza propia.

En el artículo anterior habíamos dicho: "Dejemos que nuestra mente quede libre de cualquier atadura científica. Lo que nos interesa es que cada  uno de nosotros piense por sí mismo y llegue a sus propias conclusiones."

Pero esto tiene su precio: Cualquier postura que adoptemos puede lacerar algún punto de vista que ha sido  sostenido por alguno de Uds. desde hace bastante tiempo y en ese sentido se pueden sentir agredidos.

No pretendo agredir a alguien, sino màs bien los invito a que critiquen con todas sus fuerzas el punto de vista que planteo. Pero si no logran desbrozarlo y hacerlo añicos, entonces los invito a que se unan a estas reflexiones y las defiendan de corazòn, sabiendo que por este  camino podremos desarrollar nuestra ciencia.

Allá voy.....   Este es  mi punto de vista.

Soy del criterio de que debemos cambiar el punto de análisis del fenómeno que se nos presenta. Dejemos a un lado la manifestación objetiva y externa del fenómeno que ocurre, por un momento. Adoptemos la perspectiva del enfoque genético en psicología: Detengámonos a pensar y seguir el curso, hacia el inicio, de la cadena de hechos psíquicos para determinar el momento en que comienza a actuar subjetivamente la situación a la que está expuesta el deportista.

Siguiendo esta línea de pensamiento, debemos preguntarnos: ¿Puede surgir la tensión psíquica o el prearranque sin que existan cargas extremas o una situación competitiva real?  La respuesta indudablemente es negativa, porque para que exista la vivencia de la tensión psíquica el deportista debe haberse sometido a cargas físicas extremas y para que muestre el prearranque  debe  estar, primero que todo, preparándose para alguna competencia y estar próximo a ella.  (Cualquier manifestación representativa, mnèstica o de la imaginación siempre tendrá en su constitución la vivencia inicial que la produjo).

 Si esto es así, parece que es prudente y  lógico pensar que lo primero que ocurre no es la tensión psíquica, ni siquiera el llamado prearranque, sino que lo primero que se debe manifestar es la percepción de la carga que realmente ha asumido, la percepción de la dinámica de aproximación o el evento competitivo real  y que tal percepción se personaliza al entrar a ser evaluada por el sistema de valores del deportista.

 

Luego, en función de las necesidades del deportista, de sus motivos, sus aspiraciones y expectativas el mismo genera cierta DISPOSICIÓN HACIA tales hechos situacionales y en dependencia de la calidad de esa disposición y de su nivel expresivo interno, se desencadenará entonces la vivencia de la tensión psíquica o del llamado prearranque  con matices más o menos semejantes y ajustados,  por una parte, a la propia situación y, por la otra, a las particularidades individuales de la persona.

A mi juicio, tanto la tensión psíquica como el prearranque se constituyen en eventos psicológicos  resultativos de una interacción mucho más compleja: personalidad - situación

 Para nada esto es nuevo, ya Puni había indicado en uno de sus libros lo siguiente:

"En la solución del problema de la preparación psicológica para las competiciones es primordial la cuestión de la comprensión de la esencia de la predisposición psíquica para las competiciones."[1](El subrayado es mío)

Y P. A.  Rudik,  otro de los grandes pensadores e iniciadores de la Psicología del Deporte indicó:

"El objetivo general de la preparación psicológica es el desarrollo de las cualidades psíquicas que el deportista necesita para alcanzar un alto nivel de perfeccionamiento deportivo, la estabilidad psíquica y la disposición para intervenir en competencias de envergadura"[2] (El subrayado es mío)

En este autor queda mucho más claro el fenómeno personològico que se pretende abordar: Las  disposiciones de la personalidad  como  eje central de la preparación psicológica para las competiciones.

Otros autores, cubanos y extranjeros,  han querido incursionar sobre este tema y a mi modo de ver  lo que han logrado es brindar más información psicofisiológica, psiconeuroendocrina, clínica, etc.; pero no han explicado la esencia de dichos fenómenos  desde el punto de vista personològico. Se han inclinado hacia la ampliación del diapasón del prearranque usando el término de estrés, como si en el deporte no estuviera bien definido el hecho de que todo tipo de entrenamiento, por su esencia es una situación estresante de tipo catabólico. 

Las respuestas a dichas situaciones no podemos seguir viéndolas en el contexto atomizado, salvo para cuestiones pedagógicas. La vida, la realidad de nuestros deportistas es mucho más compleja e integrada que cualquier explicación individualizada de las manifestaciones psíquicas particulares. 

El propio hecho de reconocer, y así lo han hecho un sinnúmero de autores,  que las respuestas ante el entrenamiento y la competencia son dadas por la personalidad del deportista y no por un sector de ésta, nos obliga a cambiar el punto de vista atomizado y comenzar a ver la situación de la preparación psicológica de manera más integral, personològica.  Lo que no quiere decir, que a los efectos operativos, utilicemos indicadores puntuales para ver la evolución de ciertos fenómenos, procesos o estados específicos que son importantes para el éxito de nuestros  deportistas.

Los aspectos y las particularidades psicológicas de la actividad y del participante se conjugan armónicamente a lo largo de todo el proceso de preparación del mismo, baste indicar que no es posible llevar a cabo ninguna de las otras preparaciones si no participa la subjetividad de cada una de las personas que integran el equipo.  De ahí la importancia relativa que viene alcanzando la preparación psicológica en la actualidad.

Las disposiciones de la personalidad son un producto histórico-cultural. Las disposiciones de la personalidad no están condicionadas socialmente, sino que son sociales por su esencia. Aún en el caso de aquellas disposiciones complejas que resultan de la integración interna en la personalidad a partir de experiencias muy personales, cuando se reestructuran en el contexto de la personalidad quedan mediatizadas por los contenidos sociales interiorizados en otras disposiciones.

Las disposiciones de la personalidad se van conformando progresivamente, a lo largo del tiempo y en función de la interacción y las interrelaciones que la persona establece sobre la base de sus necesidades.

Resulta que todas estas disposiciones de la personalidad y las actitudes rudimentarias o elementales (ustanovkas, attitudes, set) de la persona se nutren de los contenidos de la vida psíquica de cada uno de nosotros,  de alguna manera interactúan sintetizándose, clasificándose y generalizándose. Es así que progresivamente va surgiendo, en el contexto de la personalidad, una nueva instancia psíquica del sistema disposicional (una función psíquica superior) que hemos decidido llamarle MODELO DISPOSICIONAL[3] que, se constituye en el subsistema rector,  por el hecho de que todos sus contenidos tienen un grado  de generalidad superior al de cualquier actitud o disposición en particular, y en su carácter funciona como un  marco   referencial   interno.  El resto de las disposiciones de la personalidad y de las actitudes rudimentarias conforman el subsistema regido.

La disposición para el combate, o para la competencia  es un tipo de disposición integrada que reúne en sí las manifestaciones de diferentes niveles o estratos disposicionales de la personalidad.

EL MODELO DISPOSICIONAL es aquella función psíquica superior que se generaliza como núcleo central del sistema disposicional  de la personalidad, se manifiesta como un punto de referencia o patrón en el que la personalidad expresa cuáles son sus consideraciones sobre las actitudes y disposiciones; incluye las informaciones, imágenes,  vivencias y comportamientos  relacionados con actitudes y disposiciones  anteriores actualizadas, efectivas actuales   y   futuras actuantes.

El contenido general del MODELO DISPOSICIONAL se vincula a cómo son y deben ser las disposiciones  del hombre y de quienes lo rodean, hacia objetos, fenómenos y personas. Incluye en sí, toda gama de información que permita resolver las cuestiones más variadas,  simplísimas  o   muy  complejas.

 

El MODELO DISPOSICIONAL es fruto de la acción interpersonal en la que se cristalizan los contenidos disposicionales  dados en la cultura que, una vez filtrados por la psicología del hombre,  se reorganizan en la vida psíquica, produciendo un desarrollo de la personalidad sobre la base de la conjugación armónica de la participación de la autoconciencia y la autovaloración, conservando la imagen disposicional  de sí mismo, de los demás, de los demás sobre sí, del grupo, etc. (ver esquema No 1)

El MODELO DISPOSICIONAL, desde este punto de vista, tiene cinco funciones:  

la de evaluar   las necesidades, motivos y situaciones como vía primaria para dar acceso al funcionamiento del  nivel o estrato disposicional  correspondiente  (FUNCIÓN DE EVALUACIÓN).    De     hecho      existe      una Imbricación  entre el modelo disposicional  y otros subsistemas de la personalidad, de manera que sea posible el ajuste de las disposiciones  a los niveles correspondientes de necesidades y motivos de la actividad de la personalidad.

La de regular  la intensidad de las manifestaciones  disposicionales al expresarse en determinados comportamientos de la personalidad. (FUNCIÓN DE REGULACIÓN). Esta manifestación funcional permite que las  disposiciones  se expresen con mayor o menor vivencia, en dependencia   de los requerimientos de las situaciones en las que se desenvuelve la personalidad.

la de facilitar la integración del sistema disposicional  y sus relaciones con otros sub.-sistemas de la personalidad (FUNCIÓN INTEGRADORA). Con un efecto útil para el sistema en el que se produce la maximización  de la efectividad  disposicional, tanto en la racionalizaciòn de las energías del sistema personològico, como  en la concentración  de las características de las disposiciones en cada uno de los niveles o estratos.

la de desarrollar y participar en la expresión de resultados útiles para el sistema disposicional  (FUNCIÒN DESARROLLADORA), propiciando la correspondencia de las orientaciones valorativas de la personalidad y las disposiciones  que se ponen en función, sobre la base de proporcionar satisfacción al inducir el comportamiento hacia el alcance de la meta que está en correspondencia con las necesidades, y

la de ejercer el control y aceptación de la información de retorno correspondiente que permite su auto desarrollo, su autoperfeccionamiento (FUNCIÓN DE CONTROL), atenuando o activando las manifestaciones disposicionales  en función de las variaciones de las  situaciones.

El hecho de que en el modelo disposicional existan estas funciones especiales explica de manera clara la dinámica de las disposiciones, su estabilidad en la personalidad y la consistencia de las disposiciones respecto a las situaciones contextuales en las que el hombre se desarrolla.

La dinámica de las disposiciones es descubierta, sobre todo, en el out put del sistema disposicional, es decir, en las manifestaciones disposicionales expuestas en el comportamiento humano. Por el carácter focalizado de las disposiciones, puntual y específico. En  las experiencias con personas parece ser que en la  medida que la personalidad se manifiesta con mayor madurez existen diferencias notables en la expresión disposicional de un mismo tipo, cuando las situaciones no son exactamente iguales. Incluso, cuando éstas son muy semejantes las disposiciones  varían de un momento a otro.

Estos resultados son contradictorios con los que normalmente se encuentran en estudios de las actitudes siguiendo en enfoque clásico. Es decir, cuando la medición de las actitudes se hace con instrumentos de papel y lápiz siguiendo algunas de las escalas conocidas como la Lickert, Therstone, etc.  Pero son cada vez más concluyentes cuando realizamos una medición de las disposiciones utilizando la Técnica Dimensiomètrica.[4]

Según estudios que hemos realizado comparando los resultados en las mediciones de las disposiciones  hacia el trabajo con los mismos sujetos y en semejantes momentos con diferentes instrumentos  clásicos y la Técnica Dimensiomètrica, pudimos confirmar que los instrumentos como las escalas mencionadas incluyen sesgos que hacen variar la fuente de información y como consecuencia los análisis y las conclusiones a las que se arribe.

La estabilidad de las disposiciones se pone al descubierto cuando se analiza la tendencia disposicional  de la personalidad a lo largo del tiempo. Hemos podido confirmar que las disposiciones  de la personalidad tienden a manifestarse con cierta semejanza cualitativa a lo largo del tiempo, sobre todo cuando las mismas se han fijado con anterioridad. También hemos podido corroborar  que durante el proceso de formación de las disposiciones  de la personalidad la estabilidad manifiesta es un factor que facilita la propia fijación de las disposiciones.

La consistencia de las disposiciones la hemos podido reconocer en sus aspectos cualitativos, sobre todo cuando se inspeccionan los valores que mediatizan la expresión disposicional. Las disposiciones de la personalidad exhiben en su impronta  los valores de la personalidad implicados en la disposición  cuando son sometidos a altas tensiones contradictorias, porfía o debate. Mientras mas compleja es la disposición, parece que adquiere un contenido cognoscitivo más fuerte, manifiesto en la reflexión.

Hay muchos hallazgos que se han descrito para las disposiciones  como hechos particulares que en realidad nutren las características del Modelo actitudinal, y por otra parte hay mucha información que aparenta ser contradictoria en el momento de la manifestación disposicional  real o experimental   y   que ahora pueden ser explicados  en función   del  modelo.

¿Son las disposiciones  estables, o la estabilidad disposicional  es una propiedad del modelo disposicional?

Si las disposiciones  no son estables, sino que la estabilidad es del modelo disposicional, entonces debemos reconocer que las disposiciones  de la personalidad en su manifestación real son variables, en tanto siempre se están ajustando a las situaciones y se constituyen en manifestaciones irrepetibles de la persona.

De hecho la estabilidad manifiesta en la disposición  real se puede evaluar por la tendencia a dar respuestas muy parecidas entre  una situación y otra.  Digo parecida, porque en realidad pienso que no existen dos situaciones ni disposiciones  iguales. Lo semejante estaría aportado por el modelo disposicional  y  lo no semejante es el aporte del ajuste actualizado de la disposición  a la situación en la que se encuentra la personalidad, es la manifestación variable de esta  disposición.

El modelo disposicional  surge a lo largo del desarrollo ontogenètico del ser humano. Coincidimos con YADOV y los pronunciamientos de ANDREEVA en cuanto a que toda la manifestación disposicional de la personalidad está vinculada, de una u otra forma, a la jerarquía de las formas de la actividad sobre la base de la implicación de los limites de ésta por la persona, que corresponden, a su vez, a la ampliación de las necesidades y su correlato situacional, como condiciones de la actividad estructuradas según el tiempo durante el cual se conserva la cualidad fundamental de las condiciones dadas.

 

La Preparación Óptima para el Combate es, evidentemente, una resultante que debe manifestarse en el sistema rector de toda la actividad deportiva de los participantes, es decir, en la esfera Psicológico-Personològica. Dicha preparación alcanza su mejor manifestación en las disposiciones para el combate, como síntesis de toda la preparación que ha recibido el participante.

 

La P.O.C. implica, por su esencia, un afinamiento  sutil en las manifestaciones psicológicas y personològicas de los participantes y puede ponerse en evidencia cuando se realizan algunas comprobaciones prácticas de aquellas expresiones psicológicas que son resultado de la integración psicofuncional.

 

Se recomienda hacer una evaluación de los sentidos especializados de los participantes, al inicio del entrenamiento y al comienzo de cada mesociclo, de manera que se pueda ir evaluando el progreso y afinamiento de los mismos.  Las causas, en el interregno del entrenamiento, de expresiones que reflejen resultados  defectuosos en los sentidos especializados debemos buscarla:

 

En el sobre entrenamiento,

En disfunciones psicológicas, o

En el desentrenamiento.

 

Las dos primeras pueden aparecer como consecuencia de la asimilación o aplicación incorrecta de las cargas de entrenamiento y las dos últimas pueden deberse a la participación en regímenes de entrenamiento y competencias de menor nivel al requerido, en la interfase, cuando los participantes pasan a cumplir misiones de trabajo deportivo en otros equipos, de donde han sido promovidos con anterioridad y hacia el cual tienen aún algunas obligaciones.

 

No es posible lograr la  P.O.C. si al participante no se le ha sometido a un régimen específico de entrenamiento, incluyendo el modelado y la participación en  torneos preparatorios para la competencia más importante. Pero resulta que todas estas cargas que reciben los participantes, de una u otra forma, generan tensiones psíquicas grandes  y duraderas.

 

Hasta aquì, la terera reflexión que deseo hacer. Creo  que ahora tenemos aportes teóricos que nos complican la interpretación de lo que originalmente pretendíamos considerar: el pre arranque.

 

Pero resultaría interesante invitarlos a pensar entorno a estas cuestiones:

 

¿Cuán válido resulta centrarnos en la problemática de las  disposiciones  de  la  personalidad  para  deducir las formas  expresivas  fundamentales  de  las  tensiones  psíquicas  o  del  pre arranque?

¿Quién  es  causa  y  quien  efecto?: Las  disposiciones  o  la  tensiones  pìquicas.

¿Quién  es  causa  y  quien  efecto?: Las  tensiones  psíquicas  o  el  pre  arranque.

Nos vemos en una próxima ocasión.

El autor.

 

[1] A. Z Puni. Ensayos de Psicología del Deporte. Pag. 12

[2] P. A. Rudik Psicología. Ed. Pueblo y Educación. 1974. pag. 406

[3] De la Tesis para Doctorado en Ciencias Psicológicas, del autor.

[4] Martinò Sánchez, C. M.  Tesis de Doctorado en Psicología.

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