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La Bitácora del Dr. Ucha

Comentarios sobre la preparación psicológica y el pre arranque 4

Comentarios sobre  la  preparación psicológica  y el pre arranque 4

Comentarios  sobre   la    preparación   psicológica  y   el   pre arranque 4

Por: Carlos M. Martinò Sànchez

Psicólogo del Deporte

Doctor  en  ciencias Psicológicas.

CEPROMEDE  CAMAGUEY.

Email: martino@trocha.cav.sld.cu

IV.  Continuando   el   debate   cientìfico.

El Psicólogo del Deporte debe estar muy atento, durante todos los entrenamientos, porque si bajo esas tensiones psíquicas grandes y duraderas, además, el participante expresa temor a la carga, tiene relaciones interpersonales deficientes, la motivación hacia el entrenamiento es insuficiente o tiene inseguridad en sus propias fuerzas, dichas tensiones alcanzan un nivel de intensidad tal que aparecen manifestaciones de discordancias funcionales, excesiva agitación emocional, gastos excesivos e inútiles de energía nerviosa.

La tensión psíquica excesiva es el resultado directo del trabajo duradero en el tiempo en el límite de las posibilidades  biofuncionales del participante. Cuando se lleva a cabo un entrenamiento intensivo y prolongado y se realiza bajo el control bioquímico y médico, con el uso de medios modernos de rehabilitación, la tensión psíquica suele pasar dentro de varios días, después del máximo de las cargas en los entrenamientos.

Comoquiera que la tendencia lógica de todo entrenamiento deportivo es ir elevando las cargas y la capacidad de trabajo para que los participantes estén en las mejores condiciones para el momento de la competencia, es evidente la necesidad de su control por parte de los médicos y psicólogos del deporte. Si bajo dicho control el entrenamiento no rebasa el límite peligroso de la tolerancia individual, dichas tensiones psíquicas excesivas tienden a condicionar favorablemente los resultados en el torneo y los resultados a obtener serán cada vez mejores. Pero el problema que se nos presenta es mucho más complejo, es decir, necesitamos conocer de qué manera debemos aplicar las cargas, cuánto tiempo debe durar y cuánto tiempo antes de la competencia hay que realizar la última carga extrema de manera que el participante llegue al torneo en perfectas condiciones. (Desafortunadamente hoy, en la mayoría de los casos, esto se realiza por vía intuitiva, motivo por el cual no se garantizan los resultados positivos deseados).

Todo  Uds.  conocen  que  las  competencias  actualmente  están  alcanzando  expresiones  nunca  vistas  en  cuanto  a  su  duración.  Debido  a  esto  hemos  probado  en  la  practica  determinar  la  curva  de  la  tensión  psíquica  potencial  y  a  partir  de  èsta  evaluar  los  limites  de  tolerancia  individual,  asì  como  la  administración  ondulada  de  las  cargas  intracompetitivas.

Ha sido descrito por diferentes autores que si se disminuye la carga de entrenamiento al surgir los primeros síntomas de la tensión excesiva, no siempre se puede esperar cambios bastante profundos en el organismo que puedan garantizar el crecimiento de los resultados. Pero si seguimos cargando al participante en ese estado, no existen entonces las garantías de que el sistema de regulación neuropsìquica se recupere y esté en el estado de P.O.C. requerido en el momento del torneo.

Sin lugar a dudas, estas cuestiones no atañen solamente a la esfera psicológico-personològica de los participantes, sino que participan otras manifestaciones de la persona. Se reconoce, en el ámbito del entrenamiento deportivo la presencia del fenómeno de la heterocronìa  en  la  recuperación de las cargas. Esto quiere decir que la recuperación del sistema muscular, del vegetativo, del humoral y del neuro-psíquico no transita por períodos semejantes, aunque si queda claro para muchos autores que la recuperación neuro-psíquica  es la más lenta y por tanto requiere   de   mayor   tiempo   para   lograrse.

El diagnóstico certero del Psicólogo del Deporte sobre la aparición de los síntomas de tensión excesiva en el período de las cargas físicas más altas, se constituye en un punto de referencia importantísimo que debe tomar en cuenta el entrenador para establecer la coordinación de los medios que aplica durante la preparación muscular y funcional en el período de las cargas máximas y el momento de debut en los torneos, debiendo tomar en consideración que hay que colimar adecuadamente el tiempo de recuperación neuro-psíquica de manera que dicha recuperación no llegue a ser completa, porque si eso ocurre, se manifestará una disminución del grado de disposición de los sistemas muscular y funcional.

Quiere esto decir que para llevar al participante en forma óptima al torneo y a cada juego en particular es imprescindible coordinar todos los esfuerzos y valoraciones con el resto de los entrenadores, incluyendo al médico y al psicólogo del deporte. Dadas las particularidades personales de cada uno (disposición para la competencia, grado de entrenamiento, estado de salud, evaluación  de las particularidades del S.N.C., velocidad y calidad de la recuperación, relaciones del participante, etc.) el Director Técnico decide el sistema de acciones para llevar a los participantes al momento de inicio del partido  o  del  torneo.

Todo parece indicar que la TENSIÓN PSÍQUICA EXCESIVA se constituye en una de las manifestaciones  sistémicas, integradas, que nos pueden dar una información más o menos adecuada sobre cómo orientar el entrenamiento a lo largo del tiempo y durante los torneos competitivos. En la lámina de arriba se pueden observar las fases principales por las que transcurre: nerviosidad,  estenia viciosa  y astenia

 Para el Psicólogo del Deporte y para todos los entrenadores de Fútbol resulta muy interesante mantener un control adecuado de las manifestaciones de las peculiaridades de la Tensión Psíquica  Excesiva, sobre todo, cuando se adentran en el período del entrenamiento donde están trabajando con cargas  4, 5 y 6.

 De manera general la tensión psíquica excesiva se manifiesta con indicadores perceptibles en la conducta de los deportistas y que pueden manifestar por auto reportes de cada uno de ellos o por observaciones realizadas por los mismos entrenadores, tales como agotamiento rápido, reducción de la capacidad de trabajo, pérdida del sueño; falta de la sensación de frescura,   falta de ánimo después del sueño, así como esporádicos dolores de cabeza.  Éste sería el cuadro general que indicaría, por la presencia de estos indicadores en su totalidad o en parte, de que el deportita está manifestando, aparentemente, cierta tensión psíquica excesiva.

 Ocurriría un diagnóstico psicológico de la existencia de la fase de nerviosidad  en  la  tensión  psíquica  excesiva cuando el deportista comienza a manifestarse caprichosamente, cuando tiene inestabilidad del estado de ánimo, hay irritación interna, aún cuando la contenga, aparezcan sensaciones desagradables, a veces dolorosas,  en los músculos y  órganos internos.  Muchas de estas informaciones pueden ser recogidas, observadas o comunicadas al Psicólogo del Deporte por los médicos, masajistas y entrenadores.

 El comportamiento caprichoso puede constituirse en un punto álgido, de generación de conflictos entre los entrenadores y el deportista, sencillamente porque no se han comprendido en su dimensión psicológica. Tales comportamientos no pueden dejarse sin atención especial. En primer lugar el entrenador debe mostrar un fino tacto pedagógico en el trato al deportista: no debe consentir tales manifestaciones ya que eso crearía condiciones para sucesivas manifestaciones; pero no debe reprimirlas bruscamente porque puede llevar a los conflictos.  Es imprescindible comunicarlas al psicólogo del deporte y trazar una línea de acción que implique su corrección con delicadeza y que ayude al deportista a retenerlos.

 La inestabilidad de los estados de ánimo  en muchas ocasiones se expresa de manera diferente, según sea el caso: bien se ríe en respuesta a una broma, o se manifiesta  sombrío o se enfurruñada creando la impresión de que está descontento por todo. Con el éxito insignificante experimenta una alegría no adecuada, la cual, sin embargo, se sustituye rápidamente por la actitud negativa hacia todo lo que le rodea, pudiendo llegar a conductas irrespetuosas para con los entrenadores (en este  caso el entrenador puede disculpar aquellas acciones o conductas irrelevantes aún cuando sean un tanto irrespetuosas, pero cuando tales  conductas son lacerantes o agresivas el entrenador jamás debe perdonar tales frases  insolentes e irreverentes, incluso, a costa de que exista el riesgo de sacar del equipo al deportista, aún cuando él sea muy talentoso.)

 La irritación interna auto controlada es una manifestación también de la inestabilidad del estado de ánimo que pone al descubierto muy a menudo en la mirada del deportista, la mímica y la pantomìmica del mismo, pero no se expresa todavía en los actos de conducta más grandes. Las sensaciones dolorosas aparecen y se disipan pasando de un logar a otro del cuerpo con rapidez, a veces simultáneamente en dos o tres partes del cuerpo.  Resulta interesante que tales sensaciones dolorosas pasan a ser concientizadas cada vez más en la medida en que aumenta la tensión psíquica. En casos muy específicos y bajo condiciones extremas el deportista que tenga características de ser muy aprensivo puede llegar a convertir estas manifestaciones naturales en el desarrollo del entrenamiento fuerte en una especie de Hipocondriasis.[1] Bajo estas condiciones y para normalizar el estado psíquico del deportista el Psicólogo del Deporte debe aclarar, en primera instancia, las causas de la tensión excesiva.

 La segunda fase conocida como estenia viciosa  se caracteriza por la presencia  de cierta irritación creciente que no se contiene, de inestabilidad emocional y excitabilidad elevada, la presencia de inquietud y la presencia de  la espera tensa de los disgustos.

 La irritación creciente que no se contiene  se manifiesta en el futbolista porque pierde cada vez más el dominio de sí mismo, ocasionalmente manifiesta estados de cólera o ira dirigiéndola a los compañeros de equipo y al entrenador. Pierde la tolerancia progresivamente a los diferentes estímulos que recibe pudiéndose irritar por el ruido que se produce en la calle, por charlas de otros jugadores en su cuarto o en el cuarto vecino, se siente incómodo en su cama habitual, protesta a menudo, inclusive, por la carne o el tipo de carne que le brindan en los almuerzos y comidas. Manifiesta irritación hacia los compañeros, hacia el personal que los atiende en el concentrado de deportistas e inclusive en el hotel.

 Se produce en los deportitas un cambio notable en la comunicación, se hace más tensa, dura, desagradable y con frecuencia se generan conflictos a partir de ella. El deportista pasa de la asimilación normal de su  situación en el concentrado de entrenamiento y de estar entrenando normalmente a un estado caracterizado por la protesta por todo, la lucha sin cuartel y la negación en la ejecución de las acciones y misiones que les plantean.  De esta manera y bajo esta fase el deportita percibe la carga de entrenamiento como insoportable y bajo este prisma se niega a cumplir determinadas tareas que les indican los entrenadores.

 Al inicio de esta fase el deportista intenta dar una explicación de su conducta y en ocasiones es capaz de solicitar perdones y brindar excusas explicativas, pero para el momento medio y final de esta fase el deportista se trastorna y se convierte en una persona que va perdiendo la autocrítica y en ese sentido no experimenta remordimientos por las conductas inadecuadas.

 La irritabilidad emocional  se manifiesta de diferentes formas en los deportistas y es por ello que hay que estar muy atentos a las particularidades del comportamiento global de ellos, pues las variaciones de su "estilo de comportamiento" pueden ser indicadores importantes para conocer cómo están reaccionando ante las cargas del entrenamiento o de las competencias.  Generalmente ocurre una desproporción del nivel adecuado de excitación emocional y el deportista se torna con una excitación emocional excesiva, demostrada en la labilidad de su comportamiento: comportamientos simples producen cambios notables en la esfera biofuncional y psicológica del deportista que, evidentemente, no se corresponden con los mismos. Así aparece una aceleración inadecuada del  pulso, la rubefacción del rostro, el sudor copioso, la impaciencia en la espera de algo, la agitación al caminar, el enojo, manifestaciones sombrías en su rostro, expresiones pesimistas y muchas otras que hay que considerarlas en función de cómo es su comportamiento habitual.

 Cuando esta fase se pronuncia notablemente, la inquietud interna y espera tensa de  los disgustos se convierten en los acompañantes básicos del deportista, aparecen las dudas en la  oportunidad de los esfuerzos posteriores, la insatisfacción para consigo mismo, con la gente que le rodea y con el modo de vida que lleva.

 Esta segunda fase tiende a ser corta y no expresada, por lo que su tránsito hacia la tercera fase es muy rápido.

 Cuando el deportista llega a la tercera fase, de astenia,  el fondo general de su estado de ánimo baja notablemente y en ese sentido decimos que se deprime, aparece la agitación, la inseguridad en sus propias fuerzas, la alta vulnerabilidad y la sensitividad.

 En muchas ocasiones, cuando se está  presenciando a un deportista bajo estas manifestaciones en esta fase, puede ocurrir que el Psicólogo de corte clínico diagnostique un estado de depresión psíquica.  En realidad no deja de tener razón, solamente que los contenidos de este estado no son los típicos de la depresión pseudo patológica.

 En los deportistas esta fase de astenia se manifiesta con la sensación se agobio, de abatimiento, estancamiento y pasividad en situaciones de la actividad deportiva. Pesan mucho los miembros del cuerpo, los ejercicios se hacen muy lentos, baja el dinamismo acostumbrado, se produce una disminución del tono muscular general, aparece la sensación de sueño constante y de decaimiento que hace que el deportista comience a rechazar actividades usuales en él, como escuchar música, bailar, ver películas y hasta  elude la comunicación con otras personas.

 Los motivos principales de la persona pasan a un segundo plano y el motivo del deber se deteriora progresivamente, hasta el punto  que el deportista comienza a manifestar un estado brusco de reducción de la calidad en las tareas que debe cumplir en los entrenamientos.

 En muchas de las ocasiones se ponen en tela de juicio el resultado planificado para un partido, juego, o torneo, incluso, cuando sabe que se producirá un encuentro con  un contrario más débil. El deportista comienza a interpretar los resultados obtenidos en vísperas de las competencias con matices pesimistas que no presagian el  éxito y cuando esto ocurre en uno o varios de los jugadores que deben ser responsables de conducir el equipo hacia la victoria, si no se produce una reestructuración de su estado psíquico, antes de salir a jugar, ya perdió en equipo.

 La agitación es otro momento de especial importancia al evaluar la dinámica del estado emocional de los deportistas de cara a la Preparación Optima para el Combate.

 La agitación no sale de la nada, por supuesto que tiene sus antecedentes psicológicos, en las fases anteriores que condicionan su manifestación y subsiguiente desarrollo negativo para con el deportista.  De esta  manera los estados de preocupación, de alteración y de inquietud que antecedieron a este momento son los elementos que favorecen la aparición de la agitación. Pero una vez alcanzado dicho estado puede profundizarse cada vez más hasta convertirse en temor y fobia.

 La agitación que surge en relación con el proceso de entrenamiento, tiende a ser menos aguda que la agitación que se experimenta en los momentos de la competencia, pero a la vez es más profunda, duradera y estable.                                                                                                                                      

 La inseguridad en sus propias fuerzas, la alta vulnerabilidad y la sensitividad tipifican de manera especial esta fase de la tensión psíquica excesiva. El correlato que se establece entre las posibilidades reales de ejecutar las acciones individuales y colectivas con respecto a la idea de cómo se siente y está listo para desempeñarse en el terreno puede ser favorable o no. cuando es discordante aparece la inseguridad en sus propias fuerzas y esto puede ocasionar serias dificultades en la competencia, sobre todo, si el deportista no lo indica o los entrenadores o masajistas no se dan cuenta de ello. No resulta para nada raro que el ocultamiento de su estado se produzca porque el deportista desea participar en las acciones, sin embargo, su disposición está falseada pero tiene la esperanza que cuando comiencen las acciones todo llegue a su estado normal; en todos  lo  deporte  eso puede ser muy costoso, porque en los primeros minutos de juego pueden anotarnos uno o más goles y entonces se puede producir un desmoronamiento moral del equipo.

 Bajo estas condiciones el deportista se hace mucho más vulnerable que antes, motivo por el cual todas las influencias externas pueden ocasionar reacciones desfavorables en el mismo, desde la arquitectura del estadios, la multitud del publico, la bulla del público, la presencia de luces o no, la temperatura, etc. que pueden ocasionar un recrudecimiento notable de la tensión psíquica excesiva y llevarla a límites insospechados que, una vez en el terreno, no pueden ser resueltos.

 Por otra parte el deportista bajo este estado disminuye su umbral psicofisiològico y estimulaciones que en otro momento no formaban parte de las informaciones que conscientemente recibían, por ocurrir de manera subconsciente, ahora pasan al plano de la conciencia y comienzan a procesarse provocando un cambio radicar en el gasto energético y psíquico no acostumbrado que tiende a agotar al deportista de antemano, con independencia que se vuelve más sensible a reaccionar negativamente ante ellos.

 La importancia del conocimiento de los estados de tensión psíquica excesiva en momentos de entrenamiento es incuestionable, porque el Psicólogo del Deporte puede ir dando indicaciones puntuales al Director Técnico de cómo se está asimilando y reaccionando ante las diferentes cargas del entrenamiento, sobre todo  cuando comienza el trabajo con cargas 4 y 5.

 Otro elemento importante es el trabajo del Psicólogo del Deporte en las competencias, donde las cargas generalmente son del grado 6 y no todos los deportistas soportan tales intensidades asociadas a las presiones adicionales del propio escenario deportivo, ni se recuperan de las mismas a igual velocidad, por lo que en la dinámica de un torneo hay que trabajar arduamente para mantener en estado óptimo a los deportistas.

 Por  último, vale la pena indicar que, a partir del conocimiento y estudio detallado y sistemático de la tensión psíquica excesiva y del comportamiento en los deportistas se puede llegar a conocer y regular el estado psicológico de entrada al torneo y a cada juego en particular.

 Este es un momento crucial, porque todo el esfuerzo de los entrenadores, los deportistas,  directivos y funcionarios del deporte pueden multiplicarse por cero, sencillamente, porque los deportistas no entraron psicológicamente bien al juego y, por supuesto, cuando comenzaron a actuar al nivel que regularmente lo hacen ya es demasiado tarde y se pierde el mismo.

 Es preciso, en horas tempranas con respecto a la entrada del juego, diagnosticar si cada deportista está o no en el estado de disposición óptima para el combate, y para ello no basta con el reporte personal de cada  uno de ellos de que se sienten bien  (porque en muchas ocasiones ellos mismos ocultan sus vivencias psicológicas intencionalmente por pena o porque desean salir al terreno).

 Cuando se detecte que el deportista se encuentre en situaciones  de Indiferencia de salida, Fiebre de salida o apatía de salida, hay que realizar intervenciones psicológicas rápidas para devolver su estado psicológico al deseado: disposición óptima para el combate.

 Hasta aquì, la cuarta  reflexión que deseo hacer. Un  paso  hacia  adelante  en  la  profundización  de  los  contenidos  que  estamos  abordando no   pone  en una  posición  de   aceptación,  comprensión  o  rechazo  sobre  lo  expresado; sin  embargo,  parece  que  lo  que  se  dice  tiene  alguna  lógica,  porque  en  la  practica  lo  hemos  podido  vivenciar  con   nuestros  deportistas. ¿Pruebe  a  evaluarlos  con  sus  deportistas?

 Pero resultaría interesante invitarlos a pensar entorno a estas cuestiones:

 ¿Cómo  evaluar  los  estados  de  tensión  psíquica  excesiva?

¿Pueden  confundirse  las  manifestaciones de  estos  estados  con  los  síntomas  de  algunas  patología  psicológicas  o  psiquiátricas?

¿Aumenta  o  disminuye  el  protagonismo  del  psicólogo  como  entrenador  del  equipo  deportivo?

¿Es  posible  determinar  estos   estados  desde  el  gabinete  del  psicólogo o  es  imprescindible  la  participación  diaria  del  psicólogo  en  todos  los  entrenamientos  y  en  todas  las  competencias?

Nos vemos en una próxima ocasión.

El autor.


[1] Hipocondría: es el estado que se caracteriza por la atención exagerada a su salud, el temor infundado por la misma, la fijación preocupada de la conciencia en sus sensaciones físicas, que necesariamente no tiene que manifestarse en dimensiones patológicas.

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