Estados emocionales negativos: La aparición del disgusto.
Estados emocionales negativos: La aparición del disgusto.
Dr. Francisco García Ucha
Existen numerosos estudios realizados sobre ansiedad, miedo, tensión, estrés y hostilidad en deportistas. Todo lo cual demuestra que se halla un abanico amplio de estados emocionales y sentimientos que se encuentran presente como resultado de la interrelación del deportista con la actividad que realiza, sea esta el entrenamiento o la competencia.
Algunas de las respuestas psicológicas al estrés que surge de la práctica de la actividad deportiva pueden ser muy complejas como lo es el "choking", el burnout, el sobreentrenamiento y la fatiga crónica en deportistas.
Asimismo, los sentimientos de frustración que surgen como consecuencia de la derrota puede alcanzar toda una gama de matices y perdurar de manera tal que lleve al deportista al abandono del deporte.
En una revisión de la literatura encontramos un trabajo de P. Schwenkmezger, que plantea entre los estados afectivos que pueden tener su aparición en el transcurso de la competencia se encuentra el sentimiento de disgusto.
Diversas circunstancias internas de la personalidad del deportista pueden dar lugar al disgusto y este expresarse en sentimientos de culpa, afectando la auto confianza, disminuyendo el esfuerzo, deteriorando la concentración de la atención como también abandonando las metas a lograr.
Los sentimientos de disgusto aparecen como consecuencia de la frustración o por la apreciación de que se hace inalcanzables los objetivos propuestos en la tarea deportiva.
La presencia de la frustración o la anticipación de la misma pueden tener a su vez múltiples causas que se relacionan con la acción inadecuada de los árbitros y hasta del propio entrenador o los compañeros de equipo.
Aunque este aspecto no ha recibido la misma atención que la ansiedad y la agresividad como respuesta a las valoraciones subjetivas de las condiciones de la competencia, resulta evidente que tiene un carácter frecuente entre los deportistas.
Basta analizar que en el deporte lo más generalizado es la derrota, ya que de un número elevado de participantes sólo tres ocuparán los lugares más relevantes. La interpretación de la derrota depende entre otros factores de la orientación a logro del deportista y a la vez, es evidente que la inmensa mayoría de los deportistas se orientan más al éxito que a alcanzar un grado elevado de maestría.
Lo que a su vez no quiere decir que los deportistas de elevada experiencia no tengan los mecanismos psicológicos y los sistemas de enfrentamiento lo suficientemente fuertes como para resistir los embates de un fracaso.
No obstante, el tema del disgusto ocupa a nuestro modo de ver un aspecto de interés en el trabajo de preparación mental del deportista.
De manera, que el disgusto al igual que otras reacciones de orden afectivo esta muy vinculado a las circunstancias en que se desenvuelve el deportista, sin dejar de tomar en cuenta las características de su personalidad.
De estas circunstancias el disgusto puede aparecer cuando:
Podía evitarse una derrota si se hubiera aplicado la gama de destrezas disponible por el deportista o un grado sostenido de esfuerzo.
No se alcanzan los objetivos de la competencia fruto de errores y fallos cometidos por el deportista o un compañero de equipo.
El fracaso es fruto de una respuesta descontrolada del deportista o el entrenador o de ambos.
Los resultados alcanzados aunque favorables no llenan las expectativas del deportista o/y el entrenador.
Los objetivos no son logrados por la acción de árbitros o la conducta no correcta de los contrarios, él público u otro de los factores psicosociales presentes en el ambiente de la competencia.
Información no veraz o insuficiente acerca de la competencia, los contrarios o las condiciones de ejecución durante la competencia.
Los aspectos antes mencionados pueden dar origen al disgusto en cualquier deportista que este sometido a estas circunstancias.
Sin embargo, resulta evidente que algunos deportistas son capaces de enfrentar de forma adecuada estas situaciones mientras que otros presentan características que los predisponen con más facilidad a alcanzar el disgusto.
Un mediador psicológico de esta predisposición es factible encontrarlo en aquellos deportistas cuyo grado de regulación de la personalidad esta predominantemente regido por sus rasgos de temperamento.
Así, los deportistas con tendencia a mostrarse coléricos o cuyo humor tiene un marcado tinte melancólico, deben de recibir un amortiguamiento psicológico ante las situaciones anteriores que resultan precipitantes para la aparición del disgusto.
Es imprescindible señalar que existen deportistas que reúnen ambas características, en una tendencia casi transparente, ya que presentan una mezcla de cólera con melancolía. De esta forma, reaccionan ante todas las circunstancias como ocurre con quienes son predominantemente coléricos y a la vez no se olvidan de las circunstancias por las que pasan o han pasado en la competencia como ocurre con los melancólicos.
Con ello, no se establece una critica ni un veto a quienes poseen estas cualidades de temperamento que de hecho pueden ser muy útiles para determinados tipos de tareas deportivas y en deportes señalados.
Aunque, el énfasis de nuestro trabajo no se refiere a estas condiciones sino a la aparición del disgusto.
Diversos procedimientos de carácter intensivo pueden modificar como señalamos la aparición de estas respuestas afectivas en quienes tienen esta disposición al disgusto.
Aquí la evaluación psicológica previa del deportista permite establecer las estrategias de intervención que facilitan prever la ocurrencia de los sentimientos de disgusto.
Como en otras ocasiones, partimos de la creencia que no debe ser empleado un solo método de investigación para determinar la valoración de las posibles conductas del deportista.
De la gama de métodos que pueden conducirnos a la elaboración de un diagnóstico adecuado tenemos:
La entrevista.
La observación sistemática del deportista.
El empleo de test psicológicos como el Inventario de Personalidad de, Eysenck o cualquier otro test que facilite la evaluación del temperamento así como otros instrumentos entre los que se pueden adicionar el POMS de, Douglas M. Mc Nair, Maurice Lorr y Leo F. Droppleman y el Inventario de Expresión de Hostilidad de, C. D. Spielberger.
En nuestra experiencia empírica, los psicólogos pueden desarrollar sus propios cuestionarios sobre los propósitos de su evaluación, facilitando de esta forma la búsqueda de las señales significativas que precisan la expresión y aparición del enojo.
Están dentro de esta estrategia de predicción las herramientas que nos brindan el enfoque de análisis de contenido de las reflexiones del deportista acerca de su vida en el deporte y las diversas circunstancias por la que transcurre.
Si bien el diagnostico nos puede permitir discriminar las condiciones internas de la personalidad que pueden ser factores de predisposición del disgusto y las circunstancias precipitantes de este, la tarea del psicólogo se debe extender a la búsqueda de los sistemas de regulación de las manifestaciones emocionales negativas por medio de las intervenciones psicológicas, las cuales pueden abarcar desde la visualización, relajación hasta la reconstrucción cognitiva.
Extraer del disgusto la energía necesaria para revertirla en alcanzan las metas forma parte de la tarea del psicólogo.
El rol del entrenador puede constituir un factor de importancia para la regulación de los estados de disgusto en el deportista, mediante una intervención de tipo comunitaria el psicóloga colocará a todo el personal que influye al deportista en disposición de regular su estado emocional. En algunos casos será más conveniente escuchar al deportista, permitirle la expresión de sus sentimientos y pensamientos y más que en explicar las causas que han producido la aparición del disgusto.
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