Las sopresas de un profesor
Las labores de profesor dando conferencias y clases en cursos de post grado y otras actividades de enseñanza, en ocasiones, brindan momentos muy agradables y en otras hasta sorprendente.
Algo así, me ocurrió en la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla.
Estaba impartiendo una conferencia sobre el empleo de la Visualización aplicada a deportista y casi siempre demuestro como por medio de un estado alterado de conciencia podemos influir sobre ciertas cualidades físicas.
Asimismo, intervenir en las creencias de los deportistas sobre las metas que a menudo deben cumplir y que por razones de su experiencia pueden ver como irrealizables.
En una oportunidad, asistiendo a las conferencias de Lars Erick Unestalh, el profesor retaba al auditorio a partir un lápiz con el dedo índice mientras que un experimentador aguantaba el lápiz por las dos puntas.
Para muchos, esta era una tarea irrealizable. Como puede ser una de las metas que se le exigen al deportista.
El profesor incluye una explicación de que el dedo índice tiene la fuerza del propio puño.
Se establece usualmente, que alguien acepta el reto y los demás permanecen algo incrédulos. El experimento termina felizmente con la rotura del lápiz en dos partes.
Sobre todo, cuando se le plantea al que participa en la experiencia que no se fije tanto en el lápiz sino en la necesidad de que el dedo pase a una zona por debajo del lápiz. Esa es su meta y persigue que quien realiza la prueba no brinde atención en las consecuencias del golpe del dedo índice contra la estructura de madera del lápiz.
Todos los que no creían en la experiencia quedan sorprendido y además convencidos de las posibilidades del ser humano para cumplir retos en los cuales no había pensado con anterioridad.
Durante unos años hemos partido lápices de todas las marcas en La Habana, Buenos Aires, Montevideo, Santiago de Chile, en Santos en Brasil, y en una lista interminable de Ciudades en diferentes países.
Esto no ocurrió en la Universidad de Sevilla, donde el lápiz que nos brindo una participante de la conferencia estaba conformado de una madera tan dura como puede ser el acero.
La experiencia fue negativa.
Conté con la benevolencia de la alumna que explico que su lápiz era de una madera especial.
Ya habíamos realizado otra experiencia que salvo el prestigio del profesor.
De ahora en adelante debo tomar en cuenta que debo llevar mis propios lápices, como he hecho en otras ocasiones, no son lápices preparados sino los lápices normales que emplean los alumnos en la enseñanza primaria y secundaria fundamentalmente.
El lápiz era de color gris y no-tenia marca de fabrica. No me atreví a pedírselo para mi recuerdo personal.
En otra ocasión, les narrare otras experiencias que me han dejado sorprendido y me han permitido aprender los riesgos de impartir una conferencia.
Algo así, me ocurrió en la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla.
Estaba impartiendo una conferencia sobre el empleo de la Visualización aplicada a deportista y casi siempre demuestro como por medio de un estado alterado de conciencia podemos influir sobre ciertas cualidades físicas.
Asimismo, intervenir en las creencias de los deportistas sobre las metas que a menudo deben cumplir y que por razones de su experiencia pueden ver como irrealizables.
En una oportunidad, asistiendo a las conferencias de Lars Erick Unestalh, el profesor retaba al auditorio a partir un lápiz con el dedo índice mientras que un experimentador aguantaba el lápiz por las dos puntas.
Para muchos, esta era una tarea irrealizable. Como puede ser una de las metas que se le exigen al deportista.
El profesor incluye una explicación de que el dedo índice tiene la fuerza del propio puño.
Se establece usualmente, que alguien acepta el reto y los demás permanecen algo incrédulos. El experimento termina felizmente con la rotura del lápiz en dos partes.
Sobre todo, cuando se le plantea al que participa en la experiencia que no se fije tanto en el lápiz sino en la necesidad de que el dedo pase a una zona por debajo del lápiz. Esa es su meta y persigue que quien realiza la prueba no brinde atención en las consecuencias del golpe del dedo índice contra la estructura de madera del lápiz.
Todos los que no creían en la experiencia quedan sorprendido y además convencidos de las posibilidades del ser humano para cumplir retos en los cuales no había pensado con anterioridad.
Durante unos años hemos partido lápices de todas las marcas en La Habana, Buenos Aires, Montevideo, Santiago de Chile, en Santos en Brasil, y en una lista interminable de Ciudades en diferentes países.
Esto no ocurrió en la Universidad de Sevilla, donde el lápiz que nos brindo una participante de la conferencia estaba conformado de una madera tan dura como puede ser el acero.
La experiencia fue negativa.
Conté con la benevolencia de la alumna que explico que su lápiz era de una madera especial.
Ya habíamos realizado otra experiencia que salvo el prestigio del profesor.
De ahora en adelante debo tomar en cuenta que debo llevar mis propios lápices, como he hecho en otras ocasiones, no son lápices preparados sino los lápices normales que emplean los alumnos en la enseñanza primaria y secundaria fundamentalmente.
El lápiz era de color gris y no-tenia marca de fabrica. No me atreví a pedírselo para mi recuerdo personal.
En otra ocasión, les narrare otras experiencias que me han dejado sorprendido y me han permitido aprender los riesgos de impartir una conferencia.
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