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La Bitácora del Dr. Ucha

Pasajes de la formación en Psicología del Deporte

Pasajes de la formación en Psicología del Deporte

Pasajes de la formación en Psicología del Deporte

Dr.  Francisco García Ucha

Durante dos décadas comencé a dedicarme a la formación de psicólogos en Psicología del Deporte. En 1986, me correspondió ocupar el cargo de jefe de los psicólogos del deporte del Instituto de Medicina del Deporte de Cuba. 

En esta tarea debía de preparar a los psicólogos que ingresaban a la Institución y a la vez contribuir a la formación, entrenamiento y recalificación de los integrantes del grupo de psicólogos. Algunos llevaban varios años brindando sus servicios en equipos o con deportistas del más alto grado de rendimiento.

Este grupo pasó paulatinamente a formar un departamento y finalmente una subdirección del  Instituto.

Desde 1986 iniciamos, también cursos de post grado con la participación de psicólogos de otros países y esta actividad se consolido con intercambios presenciales en diferentes naciones. Junto a la celebración de encuentros científicos.

Si bien fue un importante proceso para la expansión de las experiencias de la Psicología del Deporte Cubana en otras latitudes, asimismo contribuyó a enriquecer nuestras experiencias y ampliar el abanico de recursos tecnológico, relativos a técnicas de evaluación y sistemas de intervención en la preparación psicológica de los deportistas.

La participación en las Jornadas de la Sociedad Catalana de Psicología del Deporte en 1988, abrió una brecha a nuevos conocimientos mas allá de aquellos que se habían adquirido en nuestra formación inicial con la Psicología del Deporte de los países socialistas. La asimilación de las experiencias de los países socialistas se había adaptado a las condiciones del contexto deportivo cubano que en su forma de organización era diferente.

Los años de formación de los especialistas por medio de conferencias, cursos de post grado, talleres y entrenamiento, así como en la realización de investigaciones y en la supervisión directa del trabajo practico con equipos y deportistas de alto rendimiento resultó en un conjunto fructífero de conocimientos y vivencias para la práctica de la formación y el cometido en tareas científicas y prácticas en el deporte. 

Estas actividades brindaron la oportunidad de interactuar con colegas de muy alto desempeño que de manera personal o en la distancia facilitaron mi formación como psicólogo.

En 1978 estuve invitado en el Instituto de Investigaciones Científicas del Deporte de Moscú donde conocí a psicólogos como A. V. Rodionov, V. Negrazo y Judadov.

En 1983 recibí una ayuda considerable de Martin Gitson, quien me llevó a la obra de Terry Orlick, como a relacionarme con este autor.

Un conjunto de destacados psicólogos de una manera u otra, estuvimos confrontando nuestras experiencias en todos estos años: Lars Erick Unestahl, John Salmela, Dietmar Samulski, Jaume Cruz,  Joan Riera, Gloria Balague, Benno Becquer, Dorcas S. Butt y otros. Esto unido a la inter vinculación con psicólogos del deporte cubanos que avanzaron ostensiblemente en la formación de psicólogos como Osmell Martínez, Leonel Russell y Carlos Martinó. 

En estos momentos las instituciones relacionadas con el deporte en Cuba cuentan con un programa doctoral en Psicología y otro en Cultura Física, además de una Maestría en Piscología del Deporte.

Las tareas realizadas en el intercambio de experiencias, las dudas planteadas, en ocasiones por los participantes, las lagunas que traían en sus conocimientos, las insuficiencias en su formación de pre y post grado, los fracasos en la práctica permitieron ampliar e hicieron que se originaran nuevos recursos para ponderar el grado alcanzado de desarrollo en la especialidad.

Incluso permitieron ir perfilando las competencias profesionales necesarias para el ejercicio de la Psicología del Deporte.

Entendemos por competencias profesionales a:

La participación en estas actividades y otras, me llevaron a un modelo de formación en Psicología del Deporte, que resulta en la exposición de este capítulo.

Ante todo se hace necesario partir de una concepción coherente de las acciones formativas las cuales indican la necesidad de la interrelación de lo teórico a lo práctico.

Se requiere un conocimiento profundo de las teorías en psicología para abordar la tarea de psicólogo del deporte.

El estado actual del desarrollo de los conocimientos en psicología hace que los estudios de post grado, los entrenamientos y el aprendizaje continuo sean requerimientos para la eficiencia en la práctica profesional. El ritmo de las investigaciones, la innovación tecnológica y el proceso de discusión de los conocimientos alcanzados es muy intenso. Ignorarlo llevaría a que la solución en las alternativas de la práctica fuera limitada y obsoleta.

Se establece así el reto del mejoramiento constante de la calidad de las aptitudes profesionales del psicólogo.

La psicología del deporte no es una ciencia que transite de manera tangencial alrededor de la psicología sino que debe compenetrarse con los conocimientos y experiencias prácticas de todas las ramas de las ciencias psicológicas buscando lo más actual y novedoso. Tanto en cada una de las ramas de la psicología sino además el desarrollo y los avances de sus propios temas.

La formación teórica debe ir acompañada de una visión clara y versátil de la metodología. Esta es la ciencia que establece las regularidades en el empleo de las técnicas y de los métodos. Guarda una relación ineludible con las teorías y las tecnologías que, a menudo no es correctamente captada por los especialistas.

Todo esto llevarlo a la práctica.

Lo expuesto hasta aquí respecto al necesario conocimiento de las teorías, la metodología y abordar la realidad con ellas, parece como fruto de un recorrido lineal. Sin embargo, los diseños curriculares actuales nos indican que la relación no es lineal sino circular y que no podemos avanzar sino es dentro y por la práctica. 

Si armamos un sistema con la teoría, la metodología y la práctica, cuyo propósito es la solución de los problemas y contradicciones de la actividad, nos daremos cuenta que en muchos momentos del proceso de formación es la práctica el componente regulador del sistema.

Esto que parece algo novedoso y fue preconizado desde el siglo XIX por José Martí y otros grandes pedagogos. Cada vez las universidades se aproximan la práctica, únicamente la tradicional cultura libresca de algunos profesores hace incomprensible el lazo necesario de la práctica para la formación profesional.  Y aun cuando lo señalo como algo ocasional no puedo dejar de advertir que es frecuente que los programas curriculares de pre y post grado carecen del contacto necesario con la práctica.

Hace unos años encontré en el mural de una universidad, una nota de los estudiantes donde se enfatizaba que los conocimientos adquiridos en psicología no tenían una relación isomorfa con los problemas que encontraban en la realidad laboral.

Resulta imprescindible integrar los conocimientos adquiridos bajo un enfoque analítico a la síntesis que es propiedad del ámbito laboral.

Ericsson plantea la regla de los 10 años de práctica como un paradigma para conseguir eficiencia en cualquier actividad, sin embargo muchos nos planteamos que otras variables resultan de importancia vital para lograrla y están relacionadas con lo social, demográfico, genético, cultural y psicológico del especialista.

Se debe de considerar el papel activo de la subjetividad del especialista que resulta esencial para la asimilación de los fritos de las experiencias prácticas.

La auto reflexión constituye un proceso importante en la auto formación. Desde luego la auto reflexión puede ser adecuada o no, también resulta indispensable incluir la supervisión de otros especialistas de manera directa y en el marco de los eventos científicos.

Al igual que los conocimientos están expuestos a cambios y variaciones fruto de la polémica científica resulta de interés someter a valoración permanente el grado de desempeño alcanzado por el psicólogo. Pensar que llegamos al final del camino y que no es necesario modificar nuestra actuación profesional puede llevar a errores y fallos que den resultados muy negativos en la práctica.

El deporte evoluciona constantemente hacia formas superiores de actuación y en ellas aparecen nuevas contradicciones y problemas que demandan formas novedosas de pensamiento para su solución.

Una guía importante para introducirse el psicólogo en el deporte es el manejo del encuadre de la tarea. Para mí es un punto de partida al cual debe llegar el psicólogo con un conocimiento amplio del mismo a acompañado de competencias como lo es la capacidad de relacionarse adecuadamente, tener una gran capacidad de comunicación y de afrontar los conflictos y contrariedades que conlleva trabajar en el deporte.

La capacidad de persuasión, la empatía, tener relaciones afectivas y mostrarse de manera autentica son premisas para obtener buenos resultados en psicología del deporte.

Estas capacidades deben de desarrollarse y ponerse a prueba en el periodo de formación dentro del grupo de participantes y con el propio profesor, lo que va a contribuir a minimizar los riesgos que aparecen en la práctica de la psicología del deporte.

Se requiere de un periodo de maduración e interiorización de las claves del encuadre de la tarea si se pretende permanecer trabajando en el deporte.

Los errores y fallos en esta área de la actividad tienen un carácter trascendente y en ocasiones irrepetibles debido a que la cultura que rodea el deporte es en extremo sensible a todo aquello que pueda restar eficiencia y eficacia en sus propósitos de alcanzar resultados cada vez más elevados.

1 comentario

Alessandro D'Amico -

Esta reflexión está acertada e interesante. En mi país Venezuela, estamos luchando por esto mismo, en parte gracias a la formación en la Maestría de Psicología del Deporte con los profesores de la Manuel Fajardo. Un abrazo.