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La Bitácora del Dr. Ucha

Psicología del Deporte en la Bitácora del Dr. Ucha. 3

Psicología del Deporte en la Bitácora del Dr. Ucha. 3

Continuando la exposición del libro, La Práctica de la Psicología Deportiva: Las Clases – el Entrenamiento – la Competencia, de Sigurd Baumann. – Munich; Viena, Zurich: BLV Editorial Verlagsgesellschaft, 1986.

El deporte de alto rendimiento

4. Las acciones deportivas desde el punto de vista psicológico.

   En la mayoría de los casos, nosotros evaluamos las acciones en la esfera del deporte atendiendo a la calidad de la secuencia externa a observar. Los movimientos se dividen atendiendo a sus componentes temporales, locales y dinámicos en cíclicos y acíclicos. De esta forma reconocemos el movimiento de lanzamiento hábilmente ejecutado y nos admiramos del impulso final de un corredor al arribar a la meta. Pero no vemos entre los procesos internos, cuales son los que tienen lugar en el cerebro de la referida persona, por ejemplo, aquellos que motivan al atleta a realizar un lanzamiento con salto y no un lanzamiento de rompimiento, o los que son responsables de que los corredores escojan precisamente esa táctica de carrera y no otra. Tampoco podemos observar su seguridad interior, sus miedos y sus dudas o sus esperanzas y expectativas que conllevan a las aciones que se ven exteriormente.

   En el punto central de los intereses de carácter psicológicos se encuentra no precisamente la frecuencia de movimientos externa que podemos reconocer, sino la estructura interna de las acciones que la condiciona.

   La personalidad y el universo deportivo específico no se encuentran aislados uno de la otra; sino que más bien se encuentran en una indisoluble interacción, la cual se expresa en el carácter único de la acción. La acción deportiva debe abarcar al mismo tiempo tanto las condiciones psíquicas de la personalidad del deportista, así como también las premisas externas de la situación deportiva, ambas, desde el punto de vista psicológico.

   Los modelos teóricos de la acción se remiten a Miller, Galanter y Pibram, Lewin (1963), Sydow (1970). Mckay (1972), G. Kaminski (1976), Hacker (1973). Rokusvalvy (1980) investigo con mayor profundidad la complicada relación del deportista, la acción, y el medio a través de la comparación entre el trabajo y el juego.

   Los motivos son propios de los seres humanos, los objetivos se refieren a la acción.

   Estos últimos pueden coincidir con los motivos, pero también pueden diferir de ellos. El juego deportivo como tal no persigue objetivos racionales. A través de este se satisfacen de inmediato los motivos. En el juego no se establecen diferencias entre los motivos del hombre y los objetivos de su actividad. Los objetivos evidentes, separados de los motivos, asumen las funciones  reguladoras de las acciones de los factores de las situaciones externas de vida. Un atleta profesional juega fútbol, por citar un ejemplo, para alimentar a su familia. Sus motivos son la resultante de la necesidad de atender la vida. El objetivo de sus acciones en el juego consiste en los buenos rendimientos de una buena cantidad de goles. Estos objetivos pueden actuar de forma que regulen las acciones, aún dado el caso de que los motivos >>alegría en el juego<< se encuentren presentes sólo en una medida reducida.

  Para que seamos capaces de representar y de ilustrar claramente un análisis sistemático de todos los componentes psicológicos que constituyen la resultante de las relaciones entre las personas y su ambiente, hemos elegido un esquema que se asemeja al de Thomas et. Al (1977).

  Los componentes psíquicos de las acciones deportivas.

   La psicología se ocupa tanto de los estímulos, así como con la regulación de y la dirección de las acciones deportivas. Debido al hecho de que estas siempre se encuentran dirigidas a determinados objetivos importantes y de carácter subjetivo, podemos tener en cuenta la estructura psicológica de una acción partiendo de tres tipos de esferas:

Estímulos para la acción

Regulación de la acción

Objetivos de la acción

 

A la parte de los estímulos para la acción, se integran los procesos energéticos, es decir, los que estimulan desde el punto de vista psíquico. ¿Cuáles son los motivos que impulsan aun ser humano a patinar con esquís, a jugar o a practicar gimnástica? ¿Por qué él selecciona esa disciplina deportiva?, ¿Cuáles son las expectativas que lo vinculan a esta actividad?, ¿Cuáles son los sentimientos que lo impulsan?

   Al igual que en el caso de los automóviles, que no basta con acelerar para utilizar el motor impulsor, sino que también se requiere de la regulación de la multitud del tráfico, para que podamos arribar a nuestro objetivo, los estímulos de tipo psíquico necesitan también de una regulación. Dicha regulación intelectual ocurre en el caso de los seres humanos  a través de procesos cognoscitivos conscientes, los cuales se encuentran en relación funcional con lo que acontece en la esfera de los estímulos. Los procesos de pensamiento, de percepción y de decisión participan de los mismos, pero también, las capacidades de regulación voluntarios y las características psico-dinámicas. En el siguiente modelo se deben recalcar las diferentes instancias de carácter psíquico que toman parte en la secuencia de las acciones de una forma más exacta (ver Gráfica número 10 en la página siguiente).

   La regulación de los impulsos se basa en una compleja multiplicidad de las experiencias que se han acumulado hasta el momento y de las características psico-dinámicas condicionadas por la predisposición hereditaria. A partir del universo de los estímulos percibidos, lo que acontece en cuanto a los estímulos ejerce una influencia que resulta inhibidora o estimulante.

   Al alcanzar, o al no lograr una situación en los estímulos, se produce una nueva evaluación de la situación lo que conduce a un nuevo nivel de estímulos. Los motivos, las actitudes y las expectativas, así como las emociones reciben la influencia en menor o mayor medida de los objetivos a los que se aspira por la vía del desarrollo de las actividades o de las acciones. La regulación de los estímulos acompaña a la intensidad y la dirección de la totalidad de la secuencia de las acciones y experimenta su culminación o su nueva situación cuando se realiza la ejecución de los movimientos.

Gráfica 10: Esquema de las acciones.

“En la foto al inicio del post”.

La orientación de la regulación se produce a través de las funciones cognoscitivas de la percepción y del pensamiento, a través de la memoria y de la imaginación. La orientación en una situación no refleja las particularidades objetivas sino que en todo momento depende de los factores que actuaron como estímulo  y de las condiciones de la actividad.

    Ejemplo 1: Un jugador percibe de una forma diferente, desde la misma posición la situación de juego, en dependencia de si su equipo se encuentra en posesión del balón o a la defensa. Las variaciones en las condiciones de la actividad exigen de un rápido cambio de las bases de la orientación. Durante el juego denominamos a esta acción como >>cambio en la dirección de los pensamientos<<.

   Ejemplo 2: Un esquiador tiene dos orientaciones de base diferentes, en dependencia de si el conduce a través de una pendiente lo más rápido posible  o exponiéndose a la menor cantidad de peligros, en la carrera con un grupo de estudiantes. Mientras las condiciones de la acción reflejen con mayor exactitud las condiciones reales de la actividad, entonces,  la secuencias de las acciones y los resultados de la misma se corresponderá en mayor medida con las expectativas.

   La totalidad de las imágenes cognoscitivas de un proceso de actividades se denomina imagen operativa.

   Oschan (según Hacker (1973)) establece una diferencia entre las imágenes aferentes y eferentes. Nosotros entendemos por aferencia la entrada de información, es decir, a los estímulos en los órganos de los sentidos que se encuentran en la periferia del cerebro. Tenemos por eferente a los estímulos que parten del cerebro hacia los órganos ejecutores. (Gráfica 11).

 

 

 

Cambios cognoscitivos

 

 

Sistema de imágenes aferentes

 

 

 

Sistema de imágenes eferentes

 

Regulación de los impulsos

 

 

 

Regulación de las acciones

 

 

Mundo Objetivo

 

 

 

El sistema de imágenes aferentes representa en primer lugar las bases para la valoración de una situación deportiva. El deportista percibe la situación y la reestructura espiritualmente en dependencia de las exigencias de la secuencia de las acciones. Ello ocurre en el sistema de imágenes eferentes, el que se sirve de base de orientación inmediata para la toma de la decisión. La interpretación subjetiva de los acontecimientos objetivos es lo que esclarece las diferencias de las acciones de los diferentes seres humanos ante el mismo tipo de situación.

   Las variaciones de este sistema de imágenes ocurren con frecuencia en unidades de tiempo muy cortas. Pensemos en las variaciones tan rápidas de ataque a la defensa que tienen lugar en los deportes con balones. Este tipo de regulación en las orientaciones depende de las experiencias que hasta el momento se hallan acumulado con esa situación y el estado de desarrollo de la persona. La capacidad de lograr una base de orientación adecuada para las acciones complejas en el deporte no ocurre en la misma medida en el caso de los niños y los adultos, como consecuencia del proceso de maduración de la corteza gris que no ha concluido en el primero de los casos. Es por ello que la introducción de acciones complicadas de juego tiene un determinado límite condicionado por el crecimiento.

   El deportista debe aprender a confeccionar las bases de orientación atendiendo a las condiciones objetivas de su actividad. A través de ello se debe evitar que la preferencia recaiga sobre las acciones de tipo subjetivo. Debemos mencionar como ejemplo en este caso a las técnicas favoritas a las cuales se ha de enfrentar de antemano el atleta. Por ejemplo, la obligación de lograr un gol puede condicionar una base de orientación que impida una ejecución exitosa de la acción. El atleta tiene la intención de penetrar con el balón la portería, a pesar de que la situación subjetiva de juego no le brinda posibilidad alguna de ello.

   La regulación de las decisiones recibe las influencias de los valores subjetivos de la persona que se esfuerza por lograr ese cometido y de las posibilidades reconocidas durante la fase de orientación en lo que a las vías y los medios respecta. El deportista delimita las alternativas y selecciona la que promete mayor éxito. Los factores que estimulan, los objetivos y las influencias sociales resultan también determinantes en la disposición durante la toma de decisiones y la satisfacción durante dicho proceso.

   La disposición  para la adaptación por parte del deportista resulta decisiva  en la flexibilidad en las decisiones. Este ha de seleccionar, no la que para él resulte más agradable desde el punto de vista subjetivo, sino aquella alternativa que se adecúe mejor a la situación y a los objetivos. El encargado de ejecutar la acción debe  materializar la decisión tomada a través de la resolución para su puesta en práctica. Dicha decisión lleva implícita el riesgo de que se logre el objetivo trazado. La disposición ante el riesgo y la regulación de las decisiones se encuentran estrechamente relacionadas una con la otra y las ilustraremos con mayor profundidad posteriormente.

   En la regulación de la ejecución, todos los componentes psíquicos que se requieren para el control y la dirección de las secuencias concretas resultan efectivos. La parte de la conciencia depende en ello del grado de la regulación intelectual o motora.

   Cuando nosotros realizamos los movimientos cotidianos, por ejemplo, el andar, estos se producen en gran medida de forma inconsciente. Sin embargo, si de pronto  nos vemos en el hielo, entonces, cada paso se verá regulado por determinados procesos. En el primero de los casos hablamos de una esfera de regulación senso-motora de la ejecución de la acción, en el segundo de los casos de una esfera intelectual de regulación. Que tipo de nivel de conciencia predomina durante la actividad deportiva, ello depende esencialmente de la disciplina deportiva correspondiente y de la experiencia y la magnitud de la práctica que realiza el atleta.

   La regulación de las ejecuciones contiene también, sin embargo, factores psico-dinámicos de la personalidad, como por ejemplo, la elaboración emocional de la situación, la magnitud de los estímulos o las reacciones vinculadas a los sentimientos, las cuales se ven condicionadas por la duración y el tipo de desarrollo. En las exposiciones siguientes trataremos con mayor profundidad cada no de los componentes  psicológicos de las secuencias de las acciones.

   En la parte de los resultados  efectuamos una toma de posición tanto desde el punto de vista reflexivo racional, así como también del emocional y de evaluación, la que nos conduce a confeccionar nuevos programas de acciones y nuevas situaciones que actúen como estímulo, a través de la correspondiente retrospectiva en la información.

   En dependencia de la personalidad y la situación, los componentes de la regulación en la orientación, en la toma de decisiones y en la ejecución de las  acciones, penetran en mayor o menor medida en la preparación de las acciones y la dirección de las mismas. Así, podemos reconocer los diferentes tipos de ellas que se observan en el deporte.

   Los sentimientos y las emociones acompañan a los estímulos de nuestros actos en cada una de las fases. De esta forma, incluso, el miedo, puede actuar como estímulo para la acción. Por ejemplo, la causa pudiera ser el evitar de antemano una abrupta pendiente al esquiar. Pero también  este pudiera presentarse  durante el proceso de la orientación en el terreno o durante la toma de decisiones al conducir, cuando las conducciones para esta actividad son muy desfavorables o ser muy bajo el control del ritmo.

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