El último día en Calí.
Se producía la parte final de la Olimpiada de Beijing, veíamos como varios países Latinoamericanos estaban por debajo de sus rendimientos anteriores en la pasada Olimpiada.
La situación del arbitraje en algunos deportes nos recordaba como unos 20 años atrás en determinados deportes pudieron llegar a perder su protagonismo los participantes, porque más que competir los deportistas, competían los jueces y árbitros, en todos los deportes de apreciación.
Las ocasiones que tuve que habilitar psicológicamente a las participantes en nado sincronizado, clavado, gimnástica, gimnasia rítmica, a los boxeadores, judokas, luchadores, jugadores de béisbol y fútbol.
Recordé mis artículos sobre arbitraje y el impacto desagradable que conlleva para el deportista las falsas llamadas de los árbitros.
A veces inconcientes a veces desdichadamente intencionales.
Sobre todo cuando se viola la justicia.
Ya lo dijo el maestro, José de la Luz y Caballero.
"Antes quiera yo ver desplomarse, no digo las instituciones de los hombres sino las estrellas todas del firmamento, que ver caer del pecho humano el sentimiento de justicia, ese Sol de nuestro mundo moral".
Como experto consultante de psicología del deporte en el equipo femenino de voleibol de Cuba muchas veces observe como una falsa llamada de un árbitro podía descender el avance de un equipo hacia la victoria.
A la vez estábamos en el Seminario Taller donde todos los amigos manifestaban su preocupación por los resultados Olímpicos.
Las Olimpiadas de Beijing se rompieron records anteriores y uno de ellos fue que esta Olimpiada fue la más vista en el mundo por medio de Internet.
Fue la tarde final con el deber cumplido que salimos a ver la Ciudad de Calí, llena de arterias inquietas por el tráfico y la magnificencia del crepúsculo que se acercaba con sus colores de brillo ocre.
Sobre uno de los cerros de Calí nos hicimos esta foto, Marcelo y yo, sin antes llevarnos en la retina para siempre el paisaje de la ciudad.
Aun cuando nuestros ojos no lleguen un día a distinguir el rojo de un crepúsculo, en nuestra memoria visual estará la imagen de esta ciudad que nos recibió con la alegría, la generosidad y la amistad de aquellos con quienes compartimos estos días.
Saludos.
Ucha
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