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La Bitácora del Dr. Ucha

Terapia Activa de Frester 3

Terapia Activa de Frester 3  

Los efectos así obtenidos son:

Tranquilidad, descanso, relajamiento, contención de afectos (Schultz), pérdida de temores, mejoramiento de la voluntad de trabajo y de la confianza en uno mismo.

Los efectos del EA quedan representados simbólicamente en un esquema simplificado de funcionamiento (Fig. 2).

El éxito fisiológico externo lo examinamos en primer lugar palpando cuidadosamente la musculatura entera del brazo de trabajo, inclusive la musculatura del hombro y la nuca. El ejercicio ha sido positivo cuando en el examen se observa una musculatura relajada, uniformemente blanda. El segundo examen va dirigido primordialmente al efecto de tensión externa de la musculatura. Tomamos el brazo en observación, justa debajo del codo, y lo doblamos con un movimiento uniforme y suave hacia fuera, en el sentido de un levantamiento en la articulación del hombro. Si entonces suprimimos repentinamente el apoyo al brazo levantado, en caso de que se haya logrado una relajación, el brazo caerá, por el efecto de la gravedad física, sobre el soporte. Una tercera posibilidad de examen inmediato del éxito del ejercicio consiste en la medición de temperaturas del cuerpo, aplicando un termo elemento en la parte media del antebrazo. Los ejercicios de EA positivos dan un aumento máximo de 3° C de la temperatura cutánea.

Los estudios y las publicaciones sobre la aplicación del entrenamiento autógeno al deporte, confirman todos los resultados clínicos en lo relativo a los efectos positivos del relajamiento. De esta forma, gracias al EA ha sido posible reducir estados de «fiebre de start» poco antes de las competiciones (Puni), con todos los síntomas concomitantes inhibidores del ren­dimiento, al tiempo que se fomentaban efectos de recuperación después de altas exigencias de entrenamiento y competición, apoyando una positiva disposición al rendimiento. El método del EA ha tenido unos efectos especialmente favorables en el sentido de la estabilización psíquica, en deportistas emocionalmente lábiles.

Debe prevenirse, sin embargo, de una aplicación generali­zada del EA a todas las modalidades deportivas, dado que un empleo inexperto del EA puede dar lugar a efectos inhibidores del rendimiento. Así, por ejemplo, se han podido observar, como consecuencia de los ejercicios de EA, cansancio, disminución de velocidad, pérdida de la rapidez de reacción, pesadez de los miembros e incluso espasmos. En las disciplinas técnicas y de fuerza rápida, tales efectos darían lugar a una disminución de rendimientos.

El punto esencial de la modificación del EA para las necesidades del deporte debería estar en la estructuración de un efecto activador, estimulador. El sistema funcional psicofísico del deportista debe encontrarse en una capacidad de funcionamiento óptima, el deportista ha de estar dispuesto a cumplir con unas fuertes exigencias de entrenamiento y competición. Por lo tanto, el relajamiento y una activación inmediatamente siguiente son requisitos necesarios para la formación de una alta capacidad de funcionamiento psicofísico, y para una adaptación óptima de los sistemas biológicos y psíquicos a las elevadas cargas.

En el siguiente apartado expondremos el intento de cons­truir una modificación del EA aplicable a los intereses del deporte, y daremos a conocer las experiencias que hemos reunido con este procedimiento en el campo del deporte.

3. La terapia activa (TA), modificación del EA para deportistas

3.1. CARACTERÍSTICA DE LA TA

El programa de ejercicios de la TA está constituido por una parte de relajamiento, una fórmula de transición a la activación, la parte activadora mediante imágenes de propósitos, y la gimna­sia de movimiento.

En la parte de relajamiento de la TA se emplearon fórmulas del programa básico del EA, aunque con vistas a una concentración temporal de los ejercicios, y al contrario que en el EA, nos dirigimos simultáneamente a ambas extremidades:

EA, por ejemplo, «Mi brazo derecho pesa mucho»

TA, por ejemplo, «Mis dos brazos pesan mucho».

Nuestro procedimiento queda reforzado por las investigaciones de Siebenthal, quien ha podido demostrar en personas sanas, que la pesadez bilateral, por ejemplo, puede alcanzarse objetivamente con mayor facilidad que una pesadez unilateral. El programa básico del EA y la parte de relajamiento de la TA son equiparables en cuanto al efecto psicosomático. En el campo del deporte se trata de que las fuerzas liberadas por el relajamiento intensivo sean aportadas a una paulatina activación. Ello debe lograrse con ayuda de la formación de propósitos mediante fórmulas. El estado previo de trance actúa aquí como potente trazador del camino a seguir luego por la sugestión en estado despierto, según han podido comprobar Huse y Hull. Según Birenbaum, la esencia del propósito consiste en la constitución de un sistema de tensión, que en el campo de la hipnosis ajena corresponde a la sugestión posthipnótica. Requisito previo para todo propósito son las necesidades individuales de la persona, que la activan para un comportamiento enfocado hacia un fin (KOHLER, 1968). El propósito puede estar dirigido, también, contra determinadas necesidades o tendencias psicopatológicas (por ejemplo, dejar de fumar o interrumpir la inclinación hacia los actos sexualmente perversos), pero incluso en este caso está basado en necesidades.

Por lo menos en el arranque debe existir una necesidad de querer cambiar el estado actual o las formas de comportamiento habituales. De ello se sigue, como principal condición para la eficacia de la formación de propósitos, que la persona ha de obtener una visión sobre el contenido y la necesidad de la fórmula, y de que de allí se forma la necesidad de actuar según este conocimiento.

Aquello que el deportista se propone durante el entrenamiento o la competición, debe ser previamente «entrenado en la cabeza» y de esta forma, después de la sesión de ejercicios, pugna por realizarse. Tanto en el EA como en la hipnosis, el caso ideal se da cuando, en un estado de concentración ensimismada, la fórmula de propósito es asimilada de forma tan intensa, que luego, en el momento deseado, llegue a realizarse automáticamente sin la intervención voluntaria de la persona. En la clínica psiquiátrica tenemos ejemplos de formación de propósitos formulativos con el fin de cambios sencillos, como dejar de fumar o de consumir alcohol, fórmulas para el soporte y fomento de funciones psicofísicas normales, como el eliminar perturbaciones en la conciliación y el mantenimiento del sueño, etcétera. Aquí debe tenerse en cuenta, sin embargo, que deben evitarse las negaciones en la formulación. (No debe decirse: «Ya no fumaré», sino: «El tabaco me es indiferente»; tampoco se dirá: «Ahora quiero dormir», sino: «Estoy muy cansado, me estoy durmiendo».)

En colaboración con el Departamento de Psicoterapia e Investigación de las Neurosis (Dirección: catedrático doctor med. habil. Christa Kohler) de las clínicas de neurología psiquiátrica de la Universidad Karl Marx de Leipzig, hemos inten­tado sintetizar los conocimientos obtenidos hasta ahora, para elaborar a partir de ahí y para las necesidades prácticas del deporte un procedimiento que satisfaga las exigencias de relajamiento y activación.

Nuestro programa de ejercicios consta de tres ciclos: relajamiento, activación e inclusión de componentes motores mediante gimnasia de movimiento. Todos los ejercicios los efectuamos desde el principio en posición sentada, con el fin de ajustarnos al máximo a las condiciones espaciales del entrenamiento y la competición.

En la práctica deportiva ha quedado probada la utilidad de la siguiente sucesión de ejercicios:

Nos sentamos sobre el tercio anterior de una silla o banqueta. Colocamos la planta de los pies firmemente sobre el suelo, dejando aproximadamente un palmo entre ambas piernas. A continuación erguimos totalmente nuestro torso, para luego dejarlo caer en completo relajamiento («lomo encorvado de gato»). Los brazos cuelgan al principio sueltos junto al cuerpo. Luego los colocamos con cuidado sobre los muslos, procurando que las manos no se toquen. No debemos apoyar los brazos en los muslos, sino sólo depositarlos ligeramente («postura de cochero»). Entonces cerramos los ojos y nos concentramos en el primer ejercicio. Nos imaginamos las siguientes palabras a modo de escritura fija, como si se encontrara, por ejemplo, en una pizarra, una pancarta o un cartel:

Primer ejercicio: «Estoy completamente tranquilo, relajado». No concedemos atención a eventuales pensamientos perturbadores que puedan presentarse al inicio del ejercicio, dado que en el transcurso de él ya no volverán a aparecer. No deben efectuarse cambios en la formulación de las palabras. Los ensayos experimentales han demostrado que en el caso de cambios arbitrarios de palabras (por ejemplo, «Estaré completamente tranquilo» o «Quiero estar completamente tranquilo»), no se produce el deseado efecto de conmutación al estado de tranquilidad y relajamiento. Al cabo de tres minutos nos levantamos e iniciamos los ejercicios de respiración y movimiento (B). Debe evitarse absolutamente el seguir sentado una vez terminado el ejercicio, dado que con ello no se podría evitar un segundo efecto de relajamiento, que podría llegar hasta estados de marcado cansancio. El ejercicio deberá realizarse en la forma des­crita, de cuatro a cinco veces por día.

1er a 3er día: 1 er ejercicio (E = 3 min) + B.

                       2 ° ejercicio de brazos:«Mis dos brazos pesan mucho». 

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