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La Bitácora del Dr. Ucha

Algunos aspectos psicopedagógicos en la dirección del proceso de enseñanza aprendizaje. 2

Algunos aspectos psicopedagógicos en la dirección del proceso de enseñanza aprendizaje. 2

Silvia García

Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte. "Manuel Fajardo"

El conocimiento de estas fases es importante en el proceso de enseñanza-aprendizaje de las tareas motrices, pues permite un tratamiento distinto y adecuado a cada uno de ellos. En la fase inicial es importante realizar una buena información que permita a los alumnos comprender los objetivos de la tarea y los problemas a resolver, por ello durante la misma el intercambio de informaciones  y feedback entre profesor y alumnos debe ser numeroso.

En la segunda fase la atención de los alumnos se realizará más selectiva por lo que es el momento de trabajar aquellos aspectos mas específicos de la tarea que resulten la clave de la misma, de ahí que en este momento la motivación sea más importante, si cabe, que en otros, sobre todo teniendo en cuenta que muchos alumnos presentan importantes mejoras por lo que el refinamiento es más difícil de conseguir, haciendo acto de de presencia los períodos de aparente mejora que pueden desanimar a los alumnos.

La fase final tiene como meta que el alumno realice la tarea con eficacia y economía de esfuerzo, a cuyo fin debe eliminar las tensiones y movimientos superfluos, por ello se imponen en esta fase unas retroalimentaciones precisas que ayuden al alumno a saber que hizo mal para lo cual utilizará todo tipo de instrumentos  su alcance.

APRENDIZAJE Y MOTIVACIÓN

Los profesionales de la actividad física han de considerar una gran variedad de factores a la hora de sistematizar los aprendizajes y las actividades a realizar con el grupo de alumnos. En esta actividad puede ser importante factores como el material utilizado, la intensidad requerida para las ejecuciones, el tipo de práctica, etc. (Ruíz 1994).

Nos referiremos a los alumnos como protagonistas principales del proceso. El conocimiento de estas motivaciones nos resulta importante a la hora de sistematizar los programas, pues podremos incidir en aquellos aspectos que puedan facilitar el aprendizaje, teniendo en cuenta los intereses y aspiraciones de los alumnos. Por lo que no podemos olvidar la influencia que tiene la motivación en el aprendizaje y en este caso haremos referencia al aprendizaje motor, favoreciendo la disponibilidad y el vigor de la interpretación y las respuestas cognitivas y motrices, el nivel de activación y el deseo de persistir en la consecución de una tarea (George 1983).

Existen diferentes definiciones de motivación podríamos decir que la motivación es un mecanismo interno que activa el comportamiento, lo dirige y subyace mientras que el comportamiento se mantiene (Papalia y Olds 1986).

Factores que influyen en la motivación.

Ruíz (1994) hace referencia a cuatro factores que influyen en la motivación:

•1.       Ligados a la persona del alumno: En este sentido, la motivación variará en función del desarrollo motor, la maduración y la experiencia previa que el sujeto haya tenido en relación con la actividad o propuesta en la que queremos motivar.

También existirán diferencias en sus necesidades de movimiento, de conseguir éxitos o de demostrar su maestría.

•2. Ligados a la personalidad del maestro: El profesor o entrenador favorecerá la motivación de su grupo si es capaz de mantener buenos niveles de compenetración y empatía con ellos actitud de diálogo y si le manifiesta de forma clara sus expectativas hacia ellos.

•3.    Ligados a la tarea de aprender: En el diseño de la tarea, se favorecerá el estado motivado si esta es presentada de forma atractiva y provocadora para el grupo, combinando para ello de forma adecuada su complejidad, variedad, tipo y distribución de práctica, grado de incertidumbre, novedad, significación y riesgo al que el alumno o los aprendices se han de enfrentar.

4.  Ligados a las condiciones materiales: Se debe poder contar con cantidad y variedad suficiente de material, pues este puede determinar la organización de la práctica. Su escasez o poca variedad podrá provocar entre otros efectos las esperas innecesarias para realizar la actividad, o incluso la desmotivación del propio profesor o entrenador, que fácilmente la transmitirá a su grupo.

Tareas para favorecer la motivación.

•1.       Las tareas y su estructura.

El contenido de las actividades prácticas será más motivante para los alumnos si estas tienen una presentación atractiva tanto por el uso de materiales, como por las situaciones lúdicas o deportivas en sí. Resulta interesante la novedad y diversidad de materiales empleados, no utilizando siempre el mismo tipo de material ya sea más o menos clásico: pelotas, aros, o alternativo: disco volador; conviene combinar tanto de uno y de otro grupo, como dentro de cada grupo, también ser diverso. Sería interesante la aportación o fabricación de materiales por parte de los alumnos, con pomos, envases de plásticos, palos, etc. Invitando a los alumnos a ser creativos y participativos, de esta manera se sentirán implicados en la actividad y su motivación será mayor.

Las tareas deben ser significativas para ellos que sean conscientes de la estructura de la tarea de su función y aplicaciones, solo entonces se sentirán realmente motivados para tener una completa implicación cognitiva y motriz en la misma. Relacionado con la significación de las tareas es que los alumnos deben ser conscientes de los objetivos a lograr, tanto a corto, como a largo plazo, siendo importante, el qué, cómo, cuándo, y el componente afectivo o de satisfacción. Es necesario que sean informados de su nivel de logro en lo que a objetivos se refiere, para que puedan sentirse motivados y enfocar correctamente sus esfuerzos. Por lo que los objetivos deberán ser asequibles para los alumnos y deportistas.

A la hora de plantear las tareas es fundamental plantear el nivel de dificultad adaptado a los niveles de destreza de los alumnos, pues conocemos que esto aumentará su motivación, a la par que evitará la aparición de ansiedad (Roberts 1991). Se trata de ir siempre un paso por delante del nivel de destreza del alumno, para mantener su motivación. Asimismo, el incremento de la dificultad de las tareas deberá ser paulatino, paralelo a la adquisición de destreza de los alumnos.

•2.       Valoración del esfuerzo.

Los alumnos van a necesitar del reconocimiento de su profesor o entrenador por el esfuerzo realizado para la consecución de un determinado objetivo motriz, que la misma consecución o no de dicho objetivo para considerarse competentes y por tanto para sentirse motivados ante los requerimientos motrices que se le presentan.

•3.       Dar conocimiento de resultados.

Sentirse competente resulta motivante ( Roberts1991 Y Ruíz 1993), y cómo una sensación de control sobre las acciones que se desarrollan en torno a la persona y de responsabilidad de las mismas favorece el nivel de aspiración y las metas de logro, así como evita la aparición de ansiedad (incompetencia aprendida Ruíz 1994). Entonces para que los alumnos realmente sean capaces de valorar hasta qué punto han logrado o no los objetivos o tareas propuestas y cómo esto depende de sus propias acciones, aciertos y errores, se hace necesaria la administración de conocimiento de resultados que les de información sobre los resultados.

Si el alumno ha obtenido un resultado positivo, el conocimiento de resultados será en sí mismo un aliciente motivador para seguir practicando. Si por el contrario el resultado ha sido adverso, el conocimiento de resultados puede darle la clave del mismo y el sentimiento de responsabilidad y control le motivará para superar dicho error y aprender la habilidad u obtener el resultado deseado. Esto último se verá especialmente favorecido si hemos logrado que nuestros alumnos tengan su meta de logro centrada en la maestría deportiva (Roberts 1991).

El conocimiento de resultados puede resultar motivante sólo por la información que contiene en sí mismo, puede ser muy interesante darlo a conocer mediante diferentes medios y canales: visual, verbal, videos, gráficos, pueden revelarse como verdaderos elementos motivadores en el alumno, tanto más cuanto que estén realizados o supervisados por ellos.

•4.       Conocer el nivel de aspiración.

Este aspecto está relacionado con las experiencias previas de fracaso y éxito que hayan podido tener los alumnos con los que trabajemos. No hay que olvidar que dichas experiencias están en constante interrelación con el auto concepto que los niños tienen y con su motivación de logro (Roberts 1991).

Todos los niños tienen experiencias únicas e irrepetibles y además la interpretación que hacen de cada una de ellas es también completamente particular e individualizada. El profesor o entrenador deberá tener en cuenta que cuando esté trabajando con alumnos del mismo momento evolutivo y similares características, el nivel de aspiración es algo que, al igual que otros aspectos de la educación física, está sujeto a diferencias individuales. Entonces para motivar a los alumnos, no se podrá generalizar el nivel de aspiración, respetando las diferencias que pudiéramos encontrar.

El alumno que está inserto en un determinado ambiente deportivo, no está por ello desgajado del resto de ambientes que conforman su vida; entonces muy probablemente, se dará una interrelación entre las influencias de unos y otros. Uno de los ambientes que cobra más fuerza en la infancia es el familiar, especialmente cuantos más pequeños son los niños (Roberts 1991), asociado a este el ambiente social en que el niño se desarrolla.

El profesor debe tener en cuenta la presión de estos agentes sobre la actividad deportiva del escolar, y tendrá en cuenta que aquellos que se ven más presionados por su familia o su ambiente social, sufrirán más fácilmente los efectos de la ansiedad y el estrés en las distintas situaciones motrices (Roberts 1991), pues frecuentemente se verán abocados a aspirar a unos logros que no corresponden a su nivel de destreza.

Además se sugiere que para mejorar el nivel de aspiración de sus alumnos, el profesor podrá promover una pedagogía del éxito en la cual los alumnos constaten

•5.       Favorecer la participación al establecer objetivos.

La participación del alumno en el establecimiento de objetivos favorecerá su identificación con los mismos. Esto unido a que el alumno intentara establecer objetivos que él mismo se sienta capaz de lograr facilitará la efectiva consecución de los mismos, cubriendo así no solo las necesidades de autoestima, sino también de aprobación social, necesidades que por otra parte a menudo suelen ir unidas.

 No debemos olvidar que los objetivos deben ser concretos, asequibles, individualizados, significativos y basados en la experiencia del alumno.

•6.       Incentivar a los alumnos.

Los incentivos ya sean intrínsecos o extrínsecos a la actividad realizada, incitarán al alumno para seguir practicando por la consecución de los mismos. A través de esta. Es conveniente que esos incentivos o refuerzos sean en la medida de lo posible, intrínsecos a la propia actividad, pues de este modo facilitaremos la permanencia y motivación hacia las actividades físico deportivo, al no poder hallar esos incentivos en otras actividades distintas a la misma. Si conocemos  que la meta de maestría deportiva resulta beneficiosa para el aprendizaje y favorece mucho menos la aparición de la ansiedad y abandono del deporte que la de aprobación social (Roberts 1991), no tenemos mas que darnos cuenta de que la primera tiene incentivos propios de la actividad deportiva en si, y la segunda  incentivos externos mas o menos ajenos a la misma.

•7.       Utilización de materiales diversos.

No solo nos referimos al uso de materiales clásicos y alternativos como se explicó en el primer aspecto, es necesario contar con otros tipos de materiales que también son susceptibles de ser utilizados, especialmente materiales bibliográficos, relacionado con las actividades que se estén llevando a cabo en cada momento: libros, revistas, artículos, relatos, murales, etc.

El empleo de estos materiales facilitará un aprendizaje significativo cuanto más se implique al alumno en la recopilación y elaboración del mismo, pues mediante su participación se favorece la identificación del alumno con el material y consecuentemente con la actividad.

•8.       Reforzar o Castigar.

A parte de reforzar las conductas positivas de los alumnos y extinguir las que se apartan de los objetivos buscados no olvidamos de la importancia y la utilidad de un tipo de refuerzo fundamental y que a menudo se utiliza de forma inconsciente acarreando con todas sus posibles consecuencias: el refuerzo vicario. Este tipo de refuerzo se basa en el efecto que tiene sobre una persona no implicada directamente, la observación de las consecuencias que se derivan de la realización de un hecho, en alguien que si lo ha realizado (Bandura 1982). Entonces si nosotros premiamos o castigamos a un alumno por una conducta determinada en presencia de sus compañeros, indirectamente estaremos también influyendo para que esos compañeros realicen o no esa misma conducta.

•9.        Manifestar las expectativas hacia los alumnos.

Está demostrado que el que los alumnos conozcan que es lo que se espera de ellos les  activa y les dispone para los aprendizaje que le son planteados.

Bibliografía

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Papalia, D. E. y Olds, S W. (1986). Psicología. McGraw Hill. Illinois.

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Ruíz, L. M. (1994). Deporte y aprendizaje. Madrid: Visor.

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