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La Bitácora del Dr. Ucha

Sistematización Crítica de la Terapia Corporal y el Enfoque Histórico Cultural para una perspectiva de trabajo participativo en la práctica profesional psicológica

MS. c. Osvaldo León Bravo.

MS. c. Irían Vasallo Báez.

Dr. Roberto Corral Ruso.

Dr. Francisco García Ucha.

Necesidad de estudio de la corporalidad en el ámbito de la psicología contemporánea.

El tema del cuerpo como vehículo terapéutico en el seno de la psicología parece discutirse a partir de la propia construcción teórica de la psicología como ciencia académica. Sin embargo, no se aprecia un notable compromiso de ésta con la corporalidad, los pasos de avances están fragmentados y mediados en ocasiones por prejuicios que impone la ciencia contemporánea. Por otra parte, han sido múltiples los aportes desde diferentes enfoques psicológicos que aún sin pretender darle sentido terapéutico al uso del cuerpo han dejado un legado interesante y útil. Parece ser que no hay un orden cronológico en el estudio del cuerpo como categoría psicológica, fueron diferentes etapas del conocimiento y desarrollo de la ciencia que incidieron en los propios intereses de los que investigaban y se esforzaban por solidificar el cuerpo teórico de la psicología. Se pueden citar algunos ejemplos tales como: el reflejo por los conductistas, el insight por la Gestalt y la teoría de la libido elaborada por Freud en el psicoanálisis, etc.

La asimilación de la corporalidad por la psicología radica precisamente en aceptar la existencia de un cuerpo simbólico, el cual exige ser estudiado a partir de reflexiones teóricas que lógicamente impliquen la práctica y el ejercicio fiel de la empírea. Uno de los enfoques que facilita el ejercicio de interpretar y unir criterios en el ámbito de la psicología con el fin de insertar la corporalidad  es precisamente el Enfoque Histórico Cultural.

Aspectos Organizativos de la Investigación.

Teniendo en cuenta los aspectos anteriormente descritos y las diferentes condiciones en que se desarrolló la investigación nos propusimos un diseño de carácter crítico. Utilizando para esto un modelo de trabajo cualitativo, éste posibilitó  asumir  una posición dialéctica sobre el objeto de estudio, permitiendo el análisis y la reflexión, ante los diferentes acontecimientos que se generaron en el proceso de la investigación. De manera que se planteó como problema científico: ¿Que elementos teóricos permiten un articulación entre el trabajo corporal y el Enfoque Histórico Cultural para su aplicación participativa?. El Objeto de estudio es el proceso de articulación entre el Trabajo Corporal y el Enfoque Histórico Cultural y el Campo de Acción son los espacios participativos. El Objetivo General del trabajo consistió en identificar aquellos aspectos teóricos que permiten una articulación entre el trabajo corporal y el Enfoque Histórico Cultural para su aplicación participativa. La investigación conto de dos momentos fundamentales, en una primera parte se estudió las diferentes concepciones teóricas relacionadas con el Trabajo Corporal y el Enfoque Histórico Cultural. En segundo lugar se valoraron los diferentes aspectos teóricos a fin de construir una idea lógica y coherente del objeto investigado. Se utilizaron como métodos investigativos: la consulta documental posibilito contrastar la información que íbamos obteniendo en el transcurso de la investigación. Además, nos permitió el estudio bibliográfico de las principales concepciones teóricas en relación al tema de investigación.  El método histórico y lógico  se lo utilizó con el fin de estudiar las tendencias relacionadas con  el objeto a estudiar e investigar, además las leyes generales del funcionamiento y desarrollo de las diferentes categorías que conforman el objeto a estudiar. El enfoque de sistema lo utilizamos en la identificación de los referentes teóricos a tener en cuenta en el modelo de trabajo que se quiere implementar. Además Posibilitó el estudio del objeto de investigación como una realidad integral. Se utilizo además la técnica de triangulación la misma permitió contrastar el resultado de cada una de las fuentes bibliográficas y articular la información a partir de las coincidencias y contradicciones que se generaban en la investigación.

Perspectiva participativa a partir del Trabajo Corporal y el Enfoque Histórico Cultura.

En la vida cotidiana, las personas realizan infinidad de movimientos o gestos que están cargados de significados, que se configuran en un tipo especial de comunicación al cual se le llama lenguaje corporal. El mismo está constituido por un conjunto de señales y símbolos no verbales que se utilizan en la vida diaria y que de alguna manera indican como son los sentidos personales, sentimientos y actitudes.

El lenguaje corporal es el denominador común entre expresión corporal y trabajo corporal, ambos se expresan a través de una forma de comunicación especial que responden a una relación dialéctica entre lo exterior y lo interior. La expresión corporal es un espacio para que el sujeto exprese lo que tiene dentro, para luego retomarlo de manera diferente ocasionando una vivencia positiva.

El hombre es un ser corporal, portador de una psiquis que exige de una esencia histórico social. Desde su ontogenia se encuentra inmerso en diversos grupos sociales, influenciado  por el medio externo: social, natural e histórico. Sus estructuras biológicas y psicológicas están en constante cambio y desarrollo desde que nace hasta que muere. Por tanto, somos un cuerpo y tenemos un cuerpo y el mismo podemos definirlo como: "Sistema viviente, que se interrelaciona con el medio exterior, crece en el espacio y/o en el tiempo, que cumple diferentes funciones, y en el caso del cuerpo humano se transforma por la historia y la cultura portada otros hombres, generación tras generación, expresándose de forma particular” (Febles, 2002, p. 8).

Para concebir el trabajo corporal desde el enfoque histórico cultural, en una primera intención, se debe comenzar por la ley de la mediación, que es aquella que explica la transición de la formas naturales a la formas de conducta, donde la actividad que mediatiza crea y utiliza instrumentos o signos que pasan a ocupar un plano significativo para el sujeto. Estos signos o instrumentos son en su esencia subjetivos, medios creados por el hombre donde hacen el papel de portadores de los significados (gestos, movimientos, palabras, conceptos, acciones, relaciones) que al mediar sufren una transformación posterior cuando se asimilan de manera individual, cabe decir que se reestructura, interioriza, exterioriza y se concientizan pudiendo llegar así a funciones psicológicas superiores.

Cada uno de estos signos puede jugar diferentes funciones: indicativas, intelectuales, nemotécnicas, normativas, planificadores, comunicadoras y socialización, volitivas (predominio de sí y autorregulación). Este proceso de mediación hace evidente que el desarrollo humano es un producto de la interacción dialéctica entre lo biológico, lo social y lo subjetivo, donde toda la intención de trasformación y auto transformación requiere iniciarse a partir de acciones concretas que involucren tanto lo físico como lo psíquico, externo como lo interno lo corporal como lo espiritual. Es un proceso de constante auto movimiento estimulado por lo social, que no sólo conlleva al creciente conocimiento del mundo de sí mismo, sino también al desarrollo de la auto conciencia en el que la noción corporal juega un importante papel. En este espacio de interrelación dialéctica, de confrontación y elaboración de signos, que ocurren durante la aplicación del trabajo corporal, está coronado de nuevos sentidos vivenciales donde el componente representativo juega un papel importante.

Examinemos ahora más de cerca lo relacionado con la categoría representación y su importancia en el trabajo corporal. Partiendo de los criterios de Barba y Savarese (1985) autores del libro Anatomía del Actor: Representar, es como una especie de  conducta representativa que se basa en la realización de actos especialmente intensos, codificados y formalizados que son capaces  de organizar un espacio-tiempo  propio y son percibidos como elemento transformador en algún nivel, por una comunidad cultural dada.

Estas pautas culturales,  las cuales forman una representación en la vida y en los actos de un sujeto individual o del grupo, exigen un compromiso integral del cuerpo y la mente, que en situaciones de representación adquieren cualidades especiales. Mostraremos  a continuación un orden jerárquico de estos momentos representativos planteado por Muguercia (1996, p: 10):

  • Especialmente intensos: Cargados de energía, fuertes, aún si esta fuerza se manifiesta en un registro sutil o suave del movimiento.
  • Muy codificados: Muy orientados hacia la producción de signos. De ahí la impresión de que los mensajes de la representación nos llegan en clave, a menudo con sentido simbólico).
  • Muy estructurados: Muy compuestos en formas, muy construidos, como resultado de un arduo trabajo para combinar materiales diversos y producir las estructuras que la organizan.
  • Transforman el espacio: Producen literal y físicamente un espacio propio.
  • Generan un tiempo-ritmo: Tiene su propio pulso, organizan el fluir del tiempo de una manera diferente.
  • Se orientan a la trasformación: Revelan otras identidades y preparan otra correlación de fuerzas.
  • Muy comunicativos: Social y culturalmente resonantes, movilizadores, como consecuencia de todo lo anterior.

Estas premisas nos dan una definición provisional del concepto de representación, y nos ayudan además a ubicarnos en el nivel representativo, conocimiento que necesitamos para entender la relación mente- cuerpo como fenómeno transformador, y que muy bien están implicados en el presente trabajo.

Teniendo en cuenta nuestra experiencia existen tres elementos que permiten la articulación entre el Trabajo Corporal y el Enfoque Histórico Cultural en un espacio participativo, me refiero al juego, el rito y el dibujo como síntesis integradora.  

El investigador y director teatral norteamericano Schechner (1994), describe en su libro la ”Disposición para Jugar” que el juego es como un continuo subyacente donde siempre están presentes  todas las experiencias del sujeto, es como una especie de soltura que estimula el descubrimiento de nuevas configuraciones y giros de las ideas y de las experiencias del que participa.

Como elemento cultural “parece indicar que jugar tiene que ver con la desaparición o suspensión temporal de estructuras, dentro de las cuales usualmente se organiza nuestro comportamiento. Jugar está relacionado con la relajación de aquello que de alguna manera nos contiene y nos pone límites. Pero jugar tiene que ver, también, con lo que sucede después de que se han aflojado las ataduras, cuando liberados de los límites (estructuras usuales) nos sentimos dispuestos a aceptar otro tipo de lógica” (Muguercia, 1996,p. 12).

“La clave aquí no es según Vygotski el contenido emocional concreto, sino la posibilidad que ofrece el juego para adquirir control voluntario sobre la emoción, para producir la vivencia de manera integral como unidad de información cognitiva y valoración afectiva. Esta posibilidad está dada por las reglas del juego, y será más intensa en el juego colectivo, en el que existen participantes reales, con toda la impronta de sus individualidades pero al mismo tiempo, con la necesidad de dominar sus deseos personales en función de los otros, manteniendo la sincronía y correspondencia entre papel y vivencia, entre situación vivida cognitivamente y respuesta afectiva personal”. (Corral, 2007, p. 3).

Existe una inmensa  bibliografía dedicada al estudio de la ritualidad desde el punto de vista antropológico, filosófico, estético, neurológico, etc. La ritualidad es un concepto que concita discusión, entre otras razones, porque parece estar constituida por varias paradojas. La más crucial de ellas, está fuertemente asentada en lo cultural (en lo aprendido), la ritualidad al mismo tiempo está  comprometida con el nivel biológico (fisiológico). Lo ritual o  ritualización para Schechner (1994) es un comportamiento consistente que conlleva a representar una secuencia de acciones marcadamente rítmicas, condensadas, en cuyo transcurso se repiten posturas, gestos, palabras, sonidos e imágenes y se evocan fragmentos de relatos.

“Ritualizar es, en consecuencia, producir, en cualquier esfera de la vida, actuaciones específicamente rítmicas, reiterativas y enfáticas enraizadas en una tradición cultural y, al mismo tiempo susceptible de propiciar una transformación y el surgimiento de algo nuevo” (Muguercia, 1996, p. 14). Este planteamiento no está lejos del compromiso que implica al cuerpo en el proceso de ritualización como mediador de signos o instrumentos portadores  de la subjetividad humana que permite a esta expresarse.

Hoy resulta generalmente admitido que cuando la conducta ritual se lleva hasta sus últimas consecuencias, desencadena un peculiar proceso neurológico que tiene como principal terreno de operaciones la corteza cerebral: durante el rito propiamente dicho, en aquellos que participan se produce una modificación que altera las relaciones en que usualmente funciona el cerebro. “La actividad del hemisferio derecho, el cual regula los procesos afectivos, se incrementa en circunstancias prolongadas de ritmicidad, posturas selectivas, repetición y coordinación de movimientos, gestos y sonidos y adquiere predominio sobre la función del hemisferio izquierdo (normalmente dominante, rectora de la respuesta racional, inteligente y controladora). Lo que provoca toda una actividad cortical que coloca al cerebro en un nuevo tipo de sintonía o afinamiento diferente al común” (Muguercia, 1996, p. 15).

El rito como práctica es un caso especial de construcción de cultura,  constituye un canal de transmisión y conservación de saberes  en el sentido de construcción personal. Las conductas rituales propician que el inconsciente abra sus compuertas y de paso a sueños, deseos y capacidades latentes que se encarnan en comportamientos específicamente corporales. Esto se aprecia en la vida cotidiana cuando las personas pasan de un contexto a otro donde deben modificar su comportamiento, que implica un aprendizaje de nuevos conocimientos para afrontar las obligaciones y necesidades diarias.

Por otra parte, el empleo del dibujo y la pintura como vía de transmisión de información e ideas, o como medio de expresión estética se remonta a más de 25 000 años de antigüedad. Al evolucionar la sociedad esta manifestación del dibujo se fue transformando y dio origen a diversas formas del mismo por ejemplo: el dibujo técnico y artístico. Lo cierto es que toda persona es capaz de expresar a través del lenguaje gráfico sentimientos, experiencias y vivencias de su historia personal.

El acto de dibujar, al igual que el juego, es un momento de relativización  en el que el sujeto es capaz de expresar su obra personal a través de un contenido gráfico. El mismo sitúa la idea expresada a nivel de un espacio y tiempo que responden a un contexto dinámico, que exige de una organización  cognitiva de la imaginación estética a expresar.

“En todos los casos la imaginación, identificada con las primeras expresiones artísticas del individuo, supone una creación simbólica que se apoya en un lenguaje específico, más espontáneo o más técnico, pero que tiene un inmenso valor como oportunidad para conocer, reproducir a voluntad, examinar y finalmente alcanzar el dominio de las propias emociones”. (Corral, 2007, p. 4).

El dibujo como expresión del Arte y teniendo en cuenta lo que Vigotsky argumenta sobre este “(…) representa una técnica social del sentimiento, un instrumento de la sociedad, mediante el cual incorpora a la vida social los aspectos más íntimos y personales de nuestro ser”. (Vigotsky, 198, p. 305-306).

A manera de resumen, una de las tesis que pudieran justificar la necesidad del estudio del cuerpo como fenómeno integrador “(…) fue la tesis definida por L.S. Vigotsky al plantear la búsqueda de unidades integrales de análisis para  explicar el todo”. (Febles, 2002, p. 11). En este sentido, se ve el cuerpo como agente potenciador de lo psíquico, que se expresa en una función del ser corporal, cuerpo, que como manifestación de vida ha tenido y tiene la posibilidad de auto desarrollarse en el intercambio con el medio.

Según Febles (2002, p. 12) “ a partir de las vivencias portadas por el cuerpo que comprenden e interpretan aquellos elementos del mundo que lo rodea, ideas, sentimientos, estados de ánimo, emociones, actitudes, predisposiciones y otras realidades psicológicas, pueden ser promovidos, creados y conformados como producto de esta compleja interrelación”.

Conclusiones

  1. 1.    No se aprecia por parte de la psicología un notable compromiso con la corporalidad, los pocos avances en este sentido están fragmentados y mediados por prejuicios que impone la ciencia contemporánea.
  2. 2.    Existen tres elementos que permiten la articulación entre el Trabajo Corporal y el Enfoque Histórico Cultural en los espacios  participativo, ellos son el juego, el rito y  el dibujo.

El juego, el rito y el dibujo como elementos de la corporalidad a partir del Enfoque Histórico Cultural permiten aproximarnos a una concepción del cuerpo que podría constituir, en sí misma, un modo de superación del dualismo de la relación cuerpo-mente que aún hoy pone barreras a las investigaciones y al desarrollo actual de la sociedad.

Recomendaciones

  1. 1.    Aplicar de manera práctica en diferentes espacios participativos los resultados de este trabajo.
  2. 2.    Continuar profundizando en aquellos aspectos que permiten la articulación de la corporalidad a partir del Enfoque Histórico Corporal.

Bibliografía

  1. 1.    Barba, Eugenio; Savarese, Incola. (1985). Anatomía del Autor. Francia.
  2. 2.    Boal, Augusto. El teatro del oprimido. El correo de la UNESCO. Noviembre 1997.
  3. 3.    Bordenave, Díaz J. (1995). Participación y Sociedad. Buenos Aires: Editorial Búsqueda.
  4. 4.    Corral, Ruso Roberto. (2003).Historia de la Psicología: Apuntes para su estudio. La Habana: Editorial Félix Varela.
  5. 5.    Corral, Ruso Roberto. (2007) La afectividad desde el enfoque Histórico –Social. Facultad de Psicología, Universidad de La Habana.
  6. 6.    Einsingboch, Thomas. (1995). La recuperación muscular, Madrid: Editorial Paibatribo.
  7. 7.    Febles, Elejalde María. (2002). “El cuerpo como mediador de las funciones psíquica superiores.  Hacia una terapia corporal”. Revista Cubana de Psicología. No 4.
  8. 8.    Freud, Simund. (1924).Psicoanálisis   Aplicado. Buenos Aires: Editorial América.
  9. 9.    Freud, Simund. (1936). Sicopatología de la vida cotidiana. Santiago de Chile: Editorial Ercilla.

10.  Lowen A. (1988). El lenguaje del cuerpo. Barcelona: Editorial Herder.

11.  Pérez, Zaldívar Dionisio. (1998). Alternativas en Psicoterapia. La Habana: Editorial Academia.

12.  Schechner, Richard. (1994).The Future of Ritual. Londres: Editorial Routledge.

13.  Muguercia, Magali. (1996). La perfomance. Comentarios para la Educación Popular. La Habana: Editorial Camino. Volumen 1.

14.  Schraki, Adriana. (1995). Los diálogos del cuerpo, el enfoque holístico, Santiago de Chile: Editorial Cuatro Vientos.

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